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sábado, 15 de septiembre de 2007

La varita de Norberta

Continuación de Reunión de profesores.
Casi todos los personajes son de la señora Rowling, yo solamente los tengo secuestrados para usarlos en mi blog. Si les gusta el relato, por favor dejen comentarios. Y si no, al menos dejen comentarios insultándome...
(Cometí un error en cuanto al material del que está hecha la varita de Albus y lo corregí; sorry)

Al día siguiente, Albus despertó creyendo que lo que había sucedido la noche anterior -el haber llegado a Hogwarts, haber sido sorteado con increíble rapidez en Slytherin, el haber conocido al hijo de quien había peor enemigo de su padre en el colegio y el haber descubierto que podía hablar pársel- era un sueño. Pero la mortecina luz verde del dormitorio de los estudiantes de primer año de Slytherin lo convenció de que todo había sido real.
Albus saludó con un movimiento de cabeza a Isaac Prewett, Perseus Flint y Antoine Zabini, y ellos le respondieron de la misma manera, pero ninguno quiso entablar conversación con él. Quién sí le dio los buenos días verbalmente fue Scorpio Malfoy, quién lo miró con una sonrisa cómplice o quizá incluso cariñosa.
-¿Qué clases tendremos hoy? -preguntó Albus más tarde, mientras desayunaban en el Gran Salón.
-Bueno, parece que Slughorn bebió más vino de la cuenta anoche después de la cena y no podrá darnos clases hoy, de modo que solamente tendremos Defensa Contra las Artes Oscuras con MacMillan.
-¿Sabes si es buen profesor?
-Dicen que sí, aunque no es nada del otro mundo. Oí que se jacta de que tu padre fue su profesor en esa materia en quinto año.
-Es cierto, aunque papá insiste en que él no les daba clases sino que practicaban Defensa Contra las Artes Oscuras juntos.
-La famosa modestia de Harry Potter… -dijo Scorpio con un dejo de ironía pero sin la crueldad típica de su padre.
Albus estaba distraído mirando hacia la mesa de Gryffindor, donde estaba sentado su hermano James. “James II” seguía pareciendo tan decepcionado como en la cena de la noche anterior, pero no miraba a su hermano en absoluto. Albus sintió el impulso de levantarse y acercarse a la mesa de Gryffindor para hablar con él, pero pronto desechó la idea. La rivalidad entre Slytherin y Gryffindor era demasiado grande como para que un Slytherin se atreviese a acercarse a la mesa de la otra Casa. Debería esperar a que su hermano estuviese solo.

Albus recién tuvo la oportunidad de hablar con su hermano James cuando fue a tomar el té en la cabaña de Hagrid. Él conocía a Hagrid de toda la vida, y por eso le extrañó su actitud algo desconfiada cuando le abrió la puerta. Seguramente por ser un Slytherin, pensó.
Pero el cambio de actitud de Hagrid no era nada comparado con el de James, que también había sido invitado a tomar el té y ya estaba allí cuando Albus llegó; James le lanzó una mirada que, de no provenir de quien provenía, Albus hubiese tomado como de odio.
-Vaya, Al, finalmente terminaste en Slytherin. Nunca hubiese esperado eso de ti.
-No fue decisión mía. El Sombrero me envió allí instantáneamente, tú lo viste.
-Debes tener los típicos rasgos de un Slytherin: traicionero, cobarde, amante de las Artes Oscuras y fanático de la pureza de la sangre…
-¡James, ¿cómo puedes decirle esas cosas a tu hermano?! -exclamó Hagrid.
-¡No lo digo yo, lo dicen todos! ¡Todos en nuestra familia han estado en Gryffindor! ¡Papá, mamá, yo, nuestros abuelos, nuestros tíos, nuestros primos…!
-Olvidas que la tía Penélope era de Ravenclaw, y que Rose ha sido sorteada allí también -dijo Albus fríamente.
-¡Es preferible eso antes que ser un Slytherin! ¡Ryddle estaba en Slytherin, Al! ¡Él mató a nuestros abuelos y a nuestro tío Fred!
-En realidad Fred no murió a manos de Ryddle, James, lo mató uno de sus Mortífagos.
-¡Es igual! ¡Todos los enemigos de nuestra familia han estado en Slytherin!
-Salvo Peter Pettigrew: él estaba en tu amada Casa de Gryffindor, y eso no evitó que entregase a nuestros abuelos a Ryddle y que lo ayudase a recuperar su cuerpo.
Hagrid estaba realmente nervioso ante el enfrentamiento entre los hermanos. Nunca hubiese imaginado que una simple visita de James y Albus, a quienes conocía desde que nacieron, pudiese terminar en algo así. Pero antes de que intentase intervenir para calmar los ánimos, James se puso de pie y salió, furioso, de la cabaña.
Hagrid salió a la puerta y gritó “¡James, espera!”, pero fue infructuoso. Desanimado, entró a su casa nuevamente y miró a Albus.
-No te preocupes, Al, seguramente recapacitará.
-Tienes razón, Hagrid, pero hasta entonces no pienso darle el gusto de dejar que me afecten sus idioteces.
-Lo del Sombrero… nos dejó a todos muy sorprendidos, Al.
-No te preocupes, sigo siendo el mismo de siempre, Hagrid. No me he convertido en el nuevo Señor de las Tinieblas -repuso Albus con una risita.
-¿Has hecho amigos en Slytherin?
-Tal vez. En cualquier caso, todavía no he hecho enemigos.
-Me alegra. Yo estuve en Gryffindor, y nunca me llevé bien con los de Slytherin, pero siempre he tratado de ser ecuánime con ellos, como profesor.
-Hay algo que olvidé contarte -dijo Albus, cambiando de tema-, y que quizá te interese: mi nueva varita tiene nervio del corazón de un dragón en su núcleo.
-Recuerdo que la de tu padre tenía una pluma de fénix… ahora que lo recuerdo, era de Fawkes, el fénix de Dumbledore.
-Bueno, éste nervio es de otro animal mágico que tú conoces bien…
-¿Podría ser…? No, no creo que sea… ella.
-Sí, Hagrid: el nervio es de Norberta. Mi tío Charlie me contó sobre ella y me dijo que el señor Ollivander había hecho unas cuantas varitas con su corazón cuando murió. Así que cuando Ollivander me ofreció una varita hecha de nervio de dragón, le pregunté si era de Norberta y me dijo que sí.
-Imagino que Norberta estaría encantada si lo supiera… ¡Cómo la extraño! Apenas hice un viaje a Rumania para verla, en el ’99 o en el 2000, no lo recuerdo muy bien, y parecía más feliz que nunca. Charlie me contó que le consiguió una pareja y que llegaron a tener crías, pero nunca he tenido tiempo de hacer otro viaje a Rumania para verlas…
Durante un largo rato, Hagrid se la pasó contándole a Albus sobre aquella dragona (que él durante años había considerado un dragón y llamado Norberto) que adquirió durante el primer año de su padre en Hogwarts y sobre cómo la había visto nacer y la había criado durante unos pocos días hasta que Charlie Weasley se la había llevado a Rumania. Albus conocía bien la historia, pero se alegró de poder distraerse del reciente enfrentamiento con James y lo dejó hablar a sus anchas hasta que se dio cuenta de que era hora de su primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras con Ernie MacMillan y debió irse.

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