(Todos los personajes salvo Servilia Crouch, Gerald e Isaac Prewett, Agamemnon Lestrange, Livius Black, Portia Nott, Michael, Louis y Valerie Rosier pertenecen a J. K. Rowling. Éste es el tercer relato de fan fiction sobre la saga de Harry Potter que publico en mi blog, después de Después de la batalla y Albus en Hogwarts)
Todos los años, después del banquete inaugural, el director o directora de Hogwarts se reunía con los jefes de las Casas en su despacho para tomar una copa. Esa era la ocasión perfecta para hablar de los nuevos estudiantes y de los planes para el año que comenzaba. Albus Dumbledore había dado inicio a la tradición en su primer año como director del colegio. Dolores Umbridge probablemente no la hubiese continuado, pero como ella no alcanzó a estar un año entero como directora de Hogwarts, y terminó en Azkaban pocos años después, a nadie le importaba lo que hubiese podido o no hacer en ese puesto. Severus Snape no se atrevió a encontrarse cara a cara en privado con los jefes de las Casas, ninguno de los cuales apoyaba a Voldemort (pese a que en secreto él trabajaba en su contra). Pero Minerva McGonagall había restaurado la costumbre, y Servilia Crouch la continuaba.
De los cuatro jefes de Casas, quien parecía más contento era sin duda Horace Slughorn. Filius Flitwick, profesor de Encantamientos y jefe de Ravenclaw, Ernie MacMillan, profesor de Defensa contra las Artes Oscuras y jefe de Hufflepuff, y Neville Longbottom, profesor de Herbología y jefe de Gryffindor, estaban bastante menos entusiasmados.
-¡Albus Potter en mi Casa! -exclamó Slughorn- ¡Nunca me hubiese imaginado que viviría para ver el día en que un nieto de Lily Evans terminase en Slytherin!
-El Sombrero estuvo bastante… caprichoso éste año. La selección fue rapidísima -dijo Neville, mientras observaba su copa de vino.
-Es cierto -comentó Flitwick-. Nadie hubiese imaginado que un Lestrange terminaría en Gryffindor y una Weasley en Ravenclaw.
-Nadie hubiese imaginado que un Lestrange volvería a poner pie en Hogwarts después de todos los crímenes que cometieron Rodolphus, Rabastan y sobre todo Bellatrix -dijo Crouch con aspereza-. ¿De quién es hijo?
-De Rabastan -respondió Ernie, cuya esposa Susan Bones trabajaba en el Ministerio de la Magia-. Después de la muerte de Ryddle, los hermanos se separaron para siempre. Rodolphus… bueno, todos sabemos lo que quiso hacer. Intentó convertirse en un nuevo Señor de las Tinieblas y reunir en torno a sí a todos los Mortífagos que habían sobrevivido a la batalla de Hogwarts, pero no era tan poderoso, astuto o temible como Ryddle y no logró ganarse su confianza. Y fue lo bastante estúpido como para acudir a Lucius Malfoy con sus absurdos planes. Malfoy lo entregó al Ministerio en un abrir y cerrar de ojos. No duró ni dos años en Azkaban. Rabastan, en cambio, tuvo la inteligencia de huir del país. Tengo entendido que se refugió en Francia, de donde su familia es oriunda.
-¿Y allí tuvo a Agamemnon? -preguntó Flitwick.
-Sí. Él se había escondido con sus parientes franceses, y vivía con bastante tranquilidad. Pero pronto se dio cuenta de que se estaba poniendo viejo y que con su muerte se extinguiría para siempre la familia Lestrange. De modo que hizo que sus familiares le buscasen una esposa francesa de sangre pura, se casaron y al cabo de un tiempo tuvieron un hijo.
-¿Y cómo pudo mandar a su hijo a Hogwarts sin que el Ministerio lo molestase? -preguntó Crouch.
-Bueno, él no solo quería que los Lestrange no desapareciesen, sino que también quería que conservasen su nombre y su status en Inglaterra. De modo que le envió una carta a Shacklebolt ofreciéndole entregarse y afrontar los cargos en su contra si su mujer y su hijo podían vivir en Inglaterra y disponer de sus propiedades y su dinero. Shacklebolt aceptó (aunque creo que le impuso una multa del 25% a los bienes de los Lestrange), y Rabastan volvió a Inglaterra… y a Azkaban.
-¿Cuándo sucedió esto? -preguntó Slughorn.
-Hace unos 10 años.
-¿Y Agamemnon conoce a su padre? -preguntó Crouch.
-No, Rabastan murió el mismo año en que lo encerraron -Ernie hizo una mueca-. Aunque ya no haya Dementores en Azkaban, eso no significa que sea un lugar agradable donde vivir, ¿saben? La mayoría de los prisioneros no suele durar mucho. Aunque hay algunos más resistentes: me cuentan que Dolores Umbridge sigue viva, aunque ha perdido la razón.
-Éste año tenemos muchos alumnos provenientes de familias que creíamos extintas, ¿cierto? -dijo Slughorn- No sólo por Agamemnon Lestrange, sino por Livius Black y por Isaac Prewett. Creía que ya no quedaban varones en esas familias.
-Son descendientes de squibs, Horace -dijo Flitwick-. El bisabuelo de Livius es Marius Black, un nieto de Phineas Nigellus que fue desheredado por ser squib. E Isaac es nieto de un tal Gerald Prewett. También era un squib, pero los Prewett lo trataron un poco mejor. Creo que trabajó como contador. Ambos desarrollaron poderes mágicos, por lo que fueron aceptados en Hogwarts.
-Supongo que esto debería enseñarnos a no subestimar a los squibs. Probablemente los Black nunca hubiesen imaginado que el último de sus descendientes en llevar el apellido sería biznieto de aquel squib al que tanto despreciaban -comentó Neville, recordando como sus abuelos y sus tíos habían temido que él mismo fuese un squib.
-También hay una Rosier, Valerie -dijo Flitwick-. ¿Es hija de Evan Rosier?
-No, su nieta -respondió Ernie-. Evan murió hace demasiado tiempo como para tener una hija tan joven. Su padre es Michael Rosier, hijo de Evan.
-Vaya, no sabía que Evan Rosier tuviese un hijo -comentó Slughorn-. Recuerdo que él estuvo en mi Casa. No era un estudiante brillante, pero tenía buen linaje.
Los demás profesores intercambiaron miradas cómplices, recordando que Slughorn, a pesar de no tener prejuicio alguno contra los hijos de muggles o los mestizos, consideraba que ser de sangre pura era a priori un rasgo positivo.
-Rosier era uno de los Mortífagos más leales a Ryddle, junto a los Lestrange -dijo Ernie-. Su hijo Michael es de la misma generación que Neville y yo, pero no se unió a los Mortífagos. Su madre y su abuela decidieron que era más seguro para él crecer en Francia, de modo que se trasladaron allí. Michael estudió en Beauxbatons, se casó y tuvo a Valerie y a un hijo llamado Louis. Unos años después de la muerte de Ryddle, Michael consideró que era seguro volver a Inglaterra, y se estableció aquí.
-¿Y Valerie terminó en Slytherin, cierto? -preguntó la directora.
-Sí, el Sombrero la mandó a mi Casa apenas rozó su cabeza, como a Scorpio Malfoy y a Albus Potter -dijo Slughorn.
-Todavía no comprendo cómo Albus terminó en Slytherin… -dijo Neville-. No me malinterpretes, Horace -dijo dirigiéndose a Slughorn-, no creo que haya nada de malo en formar parte de tu Casa. Pero sus padres, sus abuelos y sus tíos estuvieron todos en Gryffindor.
-Bueno -dijo Slughorn con cierta aspereza-, Sirius Black provenía de una familia en donde todos estuvieron en Slytherin y fue enviado a Gryffindor por el Sombrero con tan pocas vacilaciones de su parte como con Albus.
-Espero que no tenga problemas -dijo Ernie.
-¿Por qué habría de tenerlos? -replicó Slughorn con frialdad.
-Bueno, en su año hay muchos estudiantes parientes de Mortífagos. Tenemos a Scorpio Malfoy, para empezar, cuyo padre y abuelo fueron Mortífagos… Los padres de Antoine Zabini y Perseus Flint no fueron Mortífagos, pero siempre sospeché que apoyaban las ideas de Ryddle… El abuelo de Portia Nott fue Mortífago, y creo que su padre Theodore no se unió a las filas de Ryddle solo porque era demasiado joven -ante la mirada escéptica de Slughorn, Ernie añadió-: Draco Malfoy fue una excepción, Ryddle lo aceptó como Mortífago porque quería vengarse de sus padres encomendándole una misión peligrosa…
Sintiendo la tensión entre los profesores, la directora Crouch intervino:
-Bueno, no creo que recordar hechos tan antiguos nos lleve a nada. Sólo porque sus padres hayan sido Mortífagos o simpatizantes de los Mortífagos no significa que los alumnos que mencionaste lo sean, Ernie. Creo que debemos alegrarnos de que el Sombrero tome decisiones como la de ésta noche. Seguramente Albus Potter ejercerá una influencia positiva entre sus compañeros, y se reducirá la rivalidad que existe entre los de Slytherin y los de Gryffindor.
Slughorn asintió.
-Por mi parte, siempre he creído que la pertenencia a tal o cual Casa no tiene la menor importancia. En el Club de las Eminencias siempre trato de mezclar magos y brujas talentosos, sin importar de qué Casa sean.
Neville, Ernie y Flitwick convinieron con Slughorn porque por naturaleza ninguno de los tres gozaba de los enfrentamientos verbales y porque, en el fondo, les caía bien su colega. Contenta por haber conjurado cualquier disputa entre los profesores, Servilia Crouch bebió lo que quedaba de vino en su copa y se puso de pie, indicándoles que se iba a dormir. Ernie, Neville, Flitwick y Slughorn también se pusieron de pie, se despidieron de la directora y se fueron a sus dormitorios.
Crouch quería irse a la cama, pero antes sintió que debía revisar sus recuerdos.
En su testamento, Albus Dumbledore había legado su Pensadero a Hogwarts. Era desde entonces propiedad de la escuela, como la espada de Godric Gryffindor, y descansaba en la oficina del director para que él o ella lo utilizasen a voluntad. Crouch tomó su varita del escritorio, la apuntó a su sien, extrajo sus recuerdos y los vertió en el Pensadero. Luego acercó su rostro a la superficie líquida y pronto entró en ese mundo en donde nadie podía verla ni oírla.
Estaba de pie en el campo. Caía una suave nevada, cuyo frío, por supuesto, no podía sentir. El lugar se trataba de una granja bastante vieja y desolada. Pronto vio acercarse a un grupo de tres personas. Se distinguió a sí misma entre ellos. Servilia Crouch, mucho más joven y con su hermoso cabello negro totalmente desprovisto de canas, caminaba rápida y decididamente hacia la granja. Estaba acompañada por Ojoloco Moody y por Amelia Bones.
-¿Es aquí? -preguntó Crouch a los otros dos Aurores.
-Sí, Servilia -contestó Moody-. Nos lo dijo Dumbledore.
-¿Es una de las propiedades de su familia? No parece la clase de lugar en donde viviría un Rosier -dijo Bones.
-Es la granja de un viejo muggle. Rosier lo mató e hizo desaparecer su cadáver, no sin antes cortarle el cabello y las uñas. Hace un par de semanas que se está haciendo pasar por él mediante la Poción Multijugos, pero dudo mucho que pueda seguir así para siempre. Debemos actuar ahora, antes de que Rosier decida buscarse otro lugar para vivir -respondió Moody.
Crouch y Bones asintieron. Luego Bones preguntó:
-¿Intentaremos capturarlo vivo?
-Le ofreceré la posibilidad de rendirse, pero no creo que acepte. Habrá que Aturdirlo.
Crouch dijo:
-Sinceramente, no tengo muchos deseos de que Rosier sobreviva.
Ni Moody ni Bones hicieron comentario alguno al respecto.
-Amelia, tú quédate afuera y vigila la casa para que no escape. Servilia y yo entraremos.
-De acuerdo, Alastor.
Moody, la Crouch del pasado y la Crouch del presente se aproximaron a la puerta. Moody utilizó un hechizo para abrir la cerradura y no tardaron en entrar a la casa.
El lugar era muy oscuro, pues Rosier había cerrado las persianas para evitar que lo viesen desde afuera sin haber tomado la poción. En las semanas en que había estado viviendo allí, el Mortífago no se había preocupado mucho por la limpieza.
Crouch y Moody se aproximaron lentamente al living de la casa. Había un plato con restos de comida. Moody se aproximó, los tocó con la punta del dedo y dijo:
-Están muy calientes. Todavía está aquí…
De pronto, alguien gritó “¡Sectumsempra!”, y de la nariz de Moody comenzó rápidamente a manar abundante sangre. Evan Rosier apareció de la nada, con su varita apuntando al Auror, y gritó “¡Avada…!”, pero no llegó a pronunciar la maldición pues Crouch le lanzó un Cruciatus. Rosier se retorció en el suelo, y Moody aprovechó para quitarle su varita con Expelliarmus. Evan Rosier estaba vencido.
Crouch, todavía apuntando a Rosier con su varita, miró con preocupación a Moody. Para su horror, vio que el Sectumsempra de Rosier le había cortado un pedazo enorme de su nariz. Y fue entonces que su rabia hacia lo que Rosier le había hecho a su amigo y colega estalló, haciéndola gritar:
-¡Avada Kedavra!
-¡NOOO! -gritó Moody demasiado tarde.
El rayo verde salió de la varita de Servilia Crouch e impactó directamente en Rosier, que no tuvo tiempo de cambiar la expresión de odio de su rostro. Estaba muerto.
-¡CÓMO PUDISTE HACER ESO! -gritó Moody, y en dos pasos cubrió la distancia que lo separaba de Crouch, la sujetó de los hombros y se puso a sacudirla violentamente.
-¡CÓMO SE TE OCURRIÓ MATAR A UN PRISIONERO DESARMADO!
Servilia, desesperada, apuntó su varita a la puerta por donde habían entrado y dijo “Muffliato”, evitando así que Amelia escuchase el vozarrón de Moody desde el exterior de la casa.
-¡¿Acaso te has vuelto loca?! ¡Ya sé lo mucho que odias a los Mortífagos, pero no podemos matarlos a menos que constituyan una verdadera amenaza, Servilia! ¡Rosier estaba desarmado!
-Suéltame, Alastor -dijo Servilia fríamente. Moody fue aflojando la presión de sus dedos en sus hombros, y ella aprovechó para liberarse.
-Escucha, yo no quise hacerlo. Es que… vi lo que ese animal te hizo y… perdí los estribos.
-¡No es la primera herida que me han hecho, y seguramente no será la última! ¡¿Acaso no lo sabes, Servilia?!
-¡Por supuesto, Alastor, lo sé! ¡Y si pudiera volver atrás y no matar a Rosier, lo haría, créeme! ¡Pero lo hice y no podemos deshacerlo!
-Tendrás que ir a Azkaban por esto, Servilia.
-Tú sabes bien que eso es imposible. Soy la mejor Auror del Departamento, me necesitan. El Innombrable todavía tiene seguidores peligrosos, como los Lestrange, que siguen en libertad y continuarán matando a menos que los detengamos. ¿De qué sirve mandarme a Azkaban? Rosier era un perro, Alastor. Nadie lamentará que esté muerto.
Moody gruñó:
-¿Qué les diremos a Amelia y a los demás Aurores?
-Que maté a Rosier cuando te lanzaba un Avada Kedavra. Después de todo, no es la primera vez que esto pasa. Amelia podrá testificar que escuchó su voz empezando a pronunciar la maldición.
-No me gusta nada, Servilia. No podemos rebajarnos al nivel de los Mortífagos de esa manera.
Pero Crouch notó que su tono era de resignación más que de rebeldía. Estaba claro que Moody estaba dispuesto a encubrir el asesinato de Rosier, aunque de muy mala gana. Crouch le dijo:
-Te prometo que seré más cuidadosa en el futuro, Alastor. No pienso volver a utilizar ninguna Maldición Imperdonable a menos que sea absolutamente necesario.
-Me aseguraré de eso, Servilia -dijo Moody lanzándole una mirada muy penetrante-. Salgamos de aquí, hay que hablar con Amelia antes de que decida entrar a ver qué pasó.
Crouch se inclinó, tomó la varita de Rosier que Moody había dejado caer cuando comenzó a sacudirla y la puso en la mano del cadáver. Luego ambos salieron de la habitación.
La Servilia Crouch actual salió del Pensadero y se sentó en su escritorio nuevamente.
He recorrido un largo camino desde lo de Rosier. Sobreviví prácticamente a todos los Aurores de mi generación, y supe retirarme a tiempo del trabajo, lo mismo que supe reaparecer a tiempo en la guerra contra Ryddle. Nadie sabe qué pasó en esa granja, logramos que todos creyesen que yo maté a Rosier para defender a Alastor. Es cierto que Alastor sabía la verdad, y que Amelia probablemente la sospechaba, pero ambos mantuvieron la boca cerrada; el propio Ryddle, años más tarde, me hizo el “favor” de matarlos.
Ahora estoy a muy pocos pasos de lograr lo que el pobre Barty jamás logró: ser ministra de la Magia. Shacklebolt pronto renunciará y yo estoy entre sus posibles sucesores, eso lo dicen hasta en El Profeta. No entiendo, entonces, por qué me preocupa tanto tener a la nieta de Rosier en Hogwarts. Ella nació décadas después de la muerte de Alastor y Amelia, por no hablar de la de su abuelo. Pero no puedo evitar sentir cierto desasosiego ante la perspectiva de que ella esté aquí. ¿Por qué le tengo tanto miedo?
Sin comentarios
Publicar un comentario