Continuación de La cena en el Gran Salón.
Todos los personajes son de J. K. Rowling.
A continuación, Kingsley se puso de pie y dijo:
-A quienes deseen seguir celebrando la victoria, les aconsejo que salgan al exterior del castillo, donde George Weasley ofrecerá un espectáculo de fuegos artificiales en honor a su hermano Fred y los demás caídos en la guerra. Les aseguro que son los mejores que verán en sus vidas.
La mayoría de los comensales siguió el consejo del ministro, a excepción de unos pocos. Entre ellos estaban los Malfoy.
-¿Qué hacemos ahora? -preguntó Draco a sus padres.
Lucius no respondió, sumido en sus pensamientos. Narcisa, en cambio, dijo rápidamente:
-Volver a la Mansión, por supuesto. No tenemos nada que temer.
-Pero seguramente el Ministerio querrá ajustar cuentas con nosotros por lo que hicimos a órdenes del Señor…
-Lo mejor es no llamarlo así donde puedan escucharnos, hijo -lo interrumpió Narcisa-. Dile “Ryddle” o “el Innombrable”. Mira, Draco, Potter me debe un favor enorme, sin mí él hubiese muerto en el Bosque Prohibido, y Ryddle no habría podido ser derrotado. Él se asegurará de que no terminemos en Azkaban. Pero debemos actuar como lo que somos: una familia mágica antigua y respetable. Los del Ministerio esperarán que mantengamos un bajo perfil, quizá que nos vayamos al extranjero. No debemos darles el gusto.
-Está bien, entonces regresemos a la Mansión. Pero tendremos que limpiar todas las evidencias del paso de Ryddle y los demás Mortífagos -dijo Draco.
-Nos ocuparemos de eso cuando estemos allá. Por ahora la prioridad es irnos el castillo antes de que alguien se acuerde de nosotros. Aprovechemos los fuegos artificiales de Weasley para salir de los terrenos de Hogwarts y Desaparecernos.
Liderados por Narcisa, los Malfoy se dirigieron a la salida, pero pronto oyeron una voz.
-Un momento, por favor.
Se volvieron y, para su sorpresa, encontraron a Harry Potter observándolos. Estaba claro que había escuchado toda o casi toda la conversación.
-Imagino que antes de irte, Draco, querrás que te devuelva esto -dijo mientras le tendía su varita-. Ahora podrás devolverle su varita a tu madre.
-De acuerdo, Potter… Gracias.
-No, Draco, gracias a ti. Involuntariamente, fuiste clave para que Ryddle muriese.
Draco no supo qué responder, pero Harry no esperaba respuesta alguna. Se volvió hacia Narcisa:
-A usted también quiero darle las gracias, señora Malfoy. Fue muy valiente al mentirle a Ryddle.
-Hice lo que tenía que hacer para proteger a mi hijo, Potter -respondió Narcisa con un poco de arrogancia.
-Y supongo -añadió Harry con un poco de ironía- que debería agradecerle también a usted, señor Malfoy. De no haber sido por su astuto plan para perjudicar a Arthur Weasley, yo no hubiese podido destruir el diario de Ryddle en mi segundo año en Hogwarts.
Como toda respuesta, Lucius gruñó.
Luego Harry volvió a dirigirse a Draco:
-Draco, estoy seguro de que tú y yo jamás seremos amigos. Han pasado demasiadas cosas entre nosotros desde aquel día en el Expreso de Hogwarts en el que yo rechacé tu amistad como para que podamos reconciliarnos. Pero me gustaría, al menos, una tregua entre nosotros. Imagino que después del verano querrás hacer tu séptimo año, como yo, y no será un año fácil para ninguno de los dos. Pero será un poco menos difícil sin ésta rivalidad entre tú y yo. ¿Estás de acuerdo?
Sin mirarlo a los ojos, Draco respondió:
-Sí, Potter.
-Dame la mano entonces.
Y con un apretón de manos, Harry Potter y Draco Malfoy pusieron fin a su enemistad. Desde esa noche, ninguno de los dos volvió a insultar o a burlarse del otro; de hecho, a partir de esa noche Draco y Harry intercambiaron muy pocas palabras, al menos hasta que sus hijos se conocieron y se hicieron amigos en Hogwarts.
Después de despedirse de los Malfoy, Harry salió del castillo, aunque no para ver los fuegos artificiales. Quería hablar con el nuevo ministro de la Magia.
Shacklebolt estaba parado junto a McGonagall, Slughorn, Sprout y Flitwick, observando el espectáculo de George.
-Kingsley, ¿podría robarte unos minutos?
-Por supuesto, Harry.
Harry y el ministro volvieron a entrar en Hogwarts y se detuvieron en uno de los pasillos, lejos de las luces y los ruidos del exterior.
-¿Qué necesitas?
-Quisiera saber qué se ha hecho con los cuerpos.
-Los de aquellos que tenían familiares que los reclamasen, los entregamos a ellos. Los que no tenían, los sepultaremos en Hogsmeade.
-¿Han encontrado el de Severus Snape?
-Sí, envié a un par de Aurores a la Casa de los Gritos a recuperarlo.
-¿No tiene parientes vivos?
-No, era hijo único y sus padres murieron hace muchos años.
-Entonces me gustaría ocuparme yo mismo de su entierro.
-¿Qué planes tienes?
-Quiero enterrarlo en el Valle de Godric, junto a mi madre.
-Bueno, será necesario bastante papeleo para lograrlo, pero no es imposible. Yo me ocuparé.
-Muchas gracias, ministro. De paso, ¿qué se hizo con el de Bellatrix Lestrange?
-Se lo dimos a su hermana Narcisa. Creo que lo enterrará en el panteón de los Malfoy, cerca de su mansión.
Harry arrugó el ceño pero no hizo ningún comentario. Él y Shacklebolt salieron nuevamente fuera del castillo y, antes de volver a unirse a los profesores de Hogwarts, el ministro le preguntó:
-¿Vas a pasar la noche con los Weasley en la Madriguera?
-No, iré a Grimmauld Place. Necesito estar un tiempo a solas.
A continuación, Kingsley se puso de pie y dijo:
-A quienes deseen seguir celebrando la victoria, les aconsejo que salgan al exterior del castillo, donde George Weasley ofrecerá un espectáculo de fuegos artificiales en honor a su hermano Fred y los demás caídos en la guerra. Les aseguro que son los mejores que verán en sus vidas.
La mayoría de los comensales siguió el consejo del ministro, a excepción de unos pocos. Entre ellos estaban los Malfoy.
-¿Qué hacemos ahora? -preguntó Draco a sus padres.
Lucius no respondió, sumido en sus pensamientos. Narcisa, en cambio, dijo rápidamente:
-Volver a la Mansión, por supuesto. No tenemos nada que temer.
-Pero seguramente el Ministerio querrá ajustar cuentas con nosotros por lo que hicimos a órdenes del Señor…
-Lo mejor es no llamarlo así donde puedan escucharnos, hijo -lo interrumpió Narcisa-. Dile “Ryddle” o “el Innombrable”. Mira, Draco, Potter me debe un favor enorme, sin mí él hubiese muerto en el Bosque Prohibido, y Ryddle no habría podido ser derrotado. Él se asegurará de que no terminemos en Azkaban. Pero debemos actuar como lo que somos: una familia mágica antigua y respetable. Los del Ministerio esperarán que mantengamos un bajo perfil, quizá que nos vayamos al extranjero. No debemos darles el gusto.
-Está bien, entonces regresemos a la Mansión. Pero tendremos que limpiar todas las evidencias del paso de Ryddle y los demás Mortífagos -dijo Draco.
-Nos ocuparemos de eso cuando estemos allá. Por ahora la prioridad es irnos el castillo antes de que alguien se acuerde de nosotros. Aprovechemos los fuegos artificiales de Weasley para salir de los terrenos de Hogwarts y Desaparecernos.
Liderados por Narcisa, los Malfoy se dirigieron a la salida, pero pronto oyeron una voz.
-Un momento, por favor.
Se volvieron y, para su sorpresa, encontraron a Harry Potter observándolos. Estaba claro que había escuchado toda o casi toda la conversación.
-Imagino que antes de irte, Draco, querrás que te devuelva esto -dijo mientras le tendía su varita-. Ahora podrás devolverle su varita a tu madre.
-De acuerdo, Potter… Gracias.
-No, Draco, gracias a ti. Involuntariamente, fuiste clave para que Ryddle muriese.
Draco no supo qué responder, pero Harry no esperaba respuesta alguna. Se volvió hacia Narcisa:
-A usted también quiero darle las gracias, señora Malfoy. Fue muy valiente al mentirle a Ryddle.
-Hice lo que tenía que hacer para proteger a mi hijo, Potter -respondió Narcisa con un poco de arrogancia.
-Y supongo -añadió Harry con un poco de ironía- que debería agradecerle también a usted, señor Malfoy. De no haber sido por su astuto plan para perjudicar a Arthur Weasley, yo no hubiese podido destruir el diario de Ryddle en mi segundo año en Hogwarts.
Como toda respuesta, Lucius gruñó.
Luego Harry volvió a dirigirse a Draco:
-Draco, estoy seguro de que tú y yo jamás seremos amigos. Han pasado demasiadas cosas entre nosotros desde aquel día en el Expreso de Hogwarts en el que yo rechacé tu amistad como para que podamos reconciliarnos. Pero me gustaría, al menos, una tregua entre nosotros. Imagino que después del verano querrás hacer tu séptimo año, como yo, y no será un año fácil para ninguno de los dos. Pero será un poco menos difícil sin ésta rivalidad entre tú y yo. ¿Estás de acuerdo?
Sin mirarlo a los ojos, Draco respondió:
-Sí, Potter.
-Dame la mano entonces.
Y con un apretón de manos, Harry Potter y Draco Malfoy pusieron fin a su enemistad. Desde esa noche, ninguno de los dos volvió a insultar o a burlarse del otro; de hecho, a partir de esa noche Draco y Harry intercambiaron muy pocas palabras, al menos hasta que sus hijos se conocieron y se hicieron amigos en Hogwarts.
Después de despedirse de los Malfoy, Harry salió del castillo, aunque no para ver los fuegos artificiales. Quería hablar con el nuevo ministro de la Magia.
Shacklebolt estaba parado junto a McGonagall, Slughorn, Sprout y Flitwick, observando el espectáculo de George.
-Kingsley, ¿podría robarte unos minutos?
-Por supuesto, Harry.
Harry y el ministro volvieron a entrar en Hogwarts y se detuvieron en uno de los pasillos, lejos de las luces y los ruidos del exterior.
-¿Qué necesitas?
-Quisiera saber qué se ha hecho con los cuerpos.
-Los de aquellos que tenían familiares que los reclamasen, los entregamos a ellos. Los que no tenían, los sepultaremos en Hogsmeade.
-¿Han encontrado el de Severus Snape?
-Sí, envié a un par de Aurores a la Casa de los Gritos a recuperarlo.
-¿No tiene parientes vivos?
-No, era hijo único y sus padres murieron hace muchos años.
-Entonces me gustaría ocuparme yo mismo de su entierro.
-¿Qué planes tienes?
-Quiero enterrarlo en el Valle de Godric, junto a mi madre.
-Bueno, será necesario bastante papeleo para lograrlo, pero no es imposible. Yo me ocuparé.
-Muchas gracias, ministro. De paso, ¿qué se hizo con el de Bellatrix Lestrange?
-Se lo dimos a su hermana Narcisa. Creo que lo enterrará en el panteón de los Malfoy, cerca de su mansión.
Harry arrugó el ceño pero no hizo ningún comentario. Él y Shacklebolt salieron nuevamente fuera del castillo y, antes de volver a unirse a los profesores de Hogwarts, el ministro le preguntó:
-¿Vas a pasar la noche con los Weasley en la Madriguera?
-No, iré a Grimmauld Place. Necesito estar un tiempo a solas.
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