Yo siempre me resistí a leer y escribir relatos de fan fiction sobre la saga de Harry Potter, pues existía la posibilidad de que la autora terminase contradiciéndolos en sus libros. Pero ahora que la saga ha terminado, decidí poner manos a la obra y escribir un relato de lo que, para mí, ocurrió después del último capítulo de Harry Potter and the Deathly Hallows. Espero que les guste.
Segun tengo entendido, es necesario incluir ésta aclaración antes de cualquier texto de fan fiction: todos los personajes le pertenecen a J.K. Rowling (a excepción de Servilia Crouch).
Harry Potter estaba muy cansado. “Cansado” es de hecho un eufemismo para definir lo que sentía tras haber vencido a Lord Voldemort, pero es la mejor palabra que hay.
Después de encerrarse en su dormitorio en la torre de Gryffindor, almorzar un sándwich traído por Kreacher y dormir una siesta de varias horas, Harry se sintió un poco mejor, con más fuerzas. Cuando bajó a la sala común, los alumnos de Gryffindor que estaban allí lo recibieron con un estruendoso aplauso. Harry se sonrojó y agradeció a todos.
Luego se le acercaron Ron y Hermione, que se habían unido al aplauso.
-Harry, Kingsley y McGonagall quieren verte en la oficina del director -le dijo Hermione después de saludarlo.
-¿No puede esperar? Quisiera hablar con Ginny antes.
-¿Vas a hacer esperar al ministro de la Magia y a la directora de Hogwarts? -dijo Hermione con su tono más regañón- Ya sé que Voldemort ha muerto, Harry, pero la guerra aun no termina. Estoy segura de que ellos deben tener cosas importantes que decirte.
De mala gana, Harry coincidió con Hermione en que debía ir con Shacklebolt y McGonagall. Como quería llegar rápido, se puso la Capa de Invisibilidad y pudo caminar por los pasillos de la escuela sin ser molestado por todos quienes querían felicitarlo, agradecerle o hacerle preguntas. Finalmente llegó a la oficina de Dumbledore -nunca podría dejar de pensar en ella como la de Dumbledore- y entró sin que las gárgolas le pidiesen la contraseña.
McGonagall estaba sentada en su escritorio y Shacklebolt en la misma silla que Voldemort había ocupado años antes cuando se entrevistó con Dumbledore para solicitarle el puesto de profesor de Defensa contra las Artes Oscuras.
-Buenas tardes, profesora. Buenas tardes, ministro -dijo Harry tímidamente.
-No hace falta que me llames “ministro”, Harry -dijo Kingsley amablemente-. Puedes tutearme si quieres, nos conocemos desde hace mucho. Siéntate.
Harry sonrió, asintió y tomó asiento al lado de Shacklebolt. Luego McGonagall habló:
-Potter, hemos decidido que aquellos estudiantes que, como tú, Ron Weasley y Hermione Granger no pudieron hacer el séptimo año a causa de la guerra, serán readmitidos y podrán volver a Hogwarts el año que viene.
-Me alegra mucho. ¿Ya ha decidido quienes serán los nuevos profesores?
-Bueno, tenemos tres vacantes que cubrir: Estudios Muggles -de paso, el ministro y yo hemos decidido que a partir del año próximo esa asignatura pasará a ser obligatoria para todos los alumnos-, Transformaciones y Defensa contra las Artes Oscuras. También tendremos que elegir a un nuevo vicedirector y a un nuevo jefe de la Casa de Gryffindor. Por ahora solo tengo una candidata para profesora de Defensa contra las Artes Oscuras, Servilia Crouch. ¿La conoces?
-No. ¿Es pariente de Barty Crouch?
-Su hermana menor. Fue Auror durante la primera guerra y se jubiló después de que el Innombrable fue vencido. Reapareció cuando se enteró del ataque a Hogwarts y ha luchado con gran talento y valentía. Ayudó a capturar a unos cuatro o cinco Mortífagos.
-¿Hay muchos Mortífagos sueltos? -preguntó Harry.
-Bueno, me temo que sí -respondió Kingsley-. La batalla estaba bastante pareja cuando Tom Ryddle murió (a partir de ahora Voldemort será denominado así oficialmente), y la alegría que causó en nuestro bando verlo morir permitió que muchos Mortífagos huyeran del castillo. Los más destacados son Rodolphus y Rabastan Lestrange.
-Son muy peligrosos. Ellos serían los únicos capaces de intentar reanudar la guerra.
-En realidad, Harry, los Mortífagos a quienes interrogamos nos dicen que la lealtad de Rabastan hacia Ryddle flaqueó bastante a causa de sus años en Azkaban, de modo que no me extrañaría que terminase huyendo del país. Pero Rodolphus le era casi tan fanáticamente leal como su esposa Bellatrix. Por eso he puesto a todos los Aurores del país a buscarlo.
-¿Y los Dementores, los hombres lobo, los gigantes, los vampiros y todos esos monstruos que apoyaron a Vol… digo, a Ryddle? –preguntó Harry.
-Con los gigantes hemos tenido suerte. La tribu que Ryddle reclutó era bastante numerosa, pero al cabo de pocos días de emprender la marcha hacia Inglaterra se trenzaron en una lucha intestina y acabaron matándose entre ellos. Los supervivientes se desbandaron y solo tres decidieron continuar su viaje hacia nuestro país para unirse a Ryddle, más que nada porque no tenían ningún otro lugar adonde ir. Los tenemos acorralados en el Bosque Prohibido, y he enviado a Hagrid para ofrecerles la posibilidad de abandonar el país. Después de todo, ellos solamente intervinieron en la batalla de Hogwarts.
“El grupo de hombres lobo se disolvió con la muerte de Ryddle y la captura de Greyback. Es una pena que Remus haya muerto, porque podría habernos sido muy útil para parlamentar con ellos, dado que no confían en los magos. Algunos continuarán luchando contra nosotros por su cuenta, pero al menos estoy casi seguro de que no volverán a unirse.
“En cuanto a los vampiros, me dicen que han escapado a Europa Oriental o Rusia. Sólo participaron de la guerra porque Ryddle les prometió que tendrían carta blanca para alimentarse de muggles bajo su régimen.
“Los Dementores serán el próximo objetivo de los Aurores. Por supuesto, no cometeré el error de dejarles volver a Azkaban como guardianes. Una vez que Rodolphus Lestrange esté capturado o muerto, nos ocuparemos de ellos.
-Parece que tienen todo bajo control, min… Kingsley.
-Quiero creer que sí, Harry. Te hemos llamado para informarte de ello y para pedirte algo.
-¿Quieren que les cuente todo lo que Dumbledore me dijo?
-Queremos que se lo cuentes a toda la comunidad mágica, Harry -dijo McGonagall-. Esta noche habrá un banquete en el Gran Salón, y queremos que des un discurso relatando todo lo que sabes sobre Ryddle.
-¿Yo, dar un discurso? No soy bueno para esas cosas. ¿No podría hacerlo alguno de ustedes?
-Debes ser tú -dijo Shacklebolt-. Solo tú conoces los hechos de cabo a rabo. Además, la gente confía en ti. Imagino que hay muchos datos inverosímiles en la biografía de Tom Ryddle que no nos creerían ni a Minerva ni a mí.
-De acuerdo. Por cierto, ¿qué hicieron con el cuerpo de Ryddle?
-Hice que lo cremasen y esparciesen sus cenizas en el lago -contestó Kingsley.
-Hubiera sido un acto de justicia poética sepultarlo en Pequeño Hangleton junto a su padre y sus abuelos muggles -dijo Harry con una sonrisa perversa.
-Sí, pero consideré más útil hacerlo de esa manera. En primer lugar, cientos de personas me vieron incinerar el cadáver, de modo que nadie podrá dudar jamás de que Ryddle está muerto. En segundo lugar, si lo hubiese enterrado en algún cementerio, por más modesto que fuese, su tumba se hubiese convertido en un lugar de peregrinación para quienes comparten sus ideas.
-Supongo que es lo mejor. Ryddle era un monstruo, pero tenía una sola virtud: le tenía mucho cariño a Hogwarts. Es lo correcto que sus cenizas descansen aquí -dijo Harry mientras se ponía de pie-. Kingsley, profesora, ¿me necesitan para algo más?
-No, Potter, eso es todo. Pídele ayuda al señor Weasley y a la señorita Granger para escribir tu discurso y ve al Gran Salón a las 9. Siéntate en la mesa de los profesores junto al ministro y a mí -le respondió McGonagall-. Ahora puedes irte a hablar con la señorita Weasley.
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