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lunes, 30 de julio de 2007

Entrevista a Horacio Verbitsky en Noticias

Kirchner está enfrentando una sucesión de escándalos de corrupción.
Sí. Es notable que recién al cuarto año aparezcan denuncias de casos de corrupción que lleguen a instancias judiciales.
El caso Skanska comenzó antes.
El año pasado. El caso Skanska empieza con una denuncia de la AFIP. Hubo dos jueces que avanzaron con la investigación y a los funcionarios involucrados el Presidente les pidió la renuncia. Como con el hallazgo de dinero en el toilette de Felisa Miceli.
¿No le parece algo preocupante?
Muy preocupante. Que aparezca dinero en el baño de la ministra, sin que esté registrado su camino, es extremadamente grave. Lo que me parece saludable es la reacción del Presidente, porque corrupción hay en todo el mundo. En el caso de Miceli, a mí me duele mucho, porque yo tengo... tenía una buena opinión de ella. Pero la actitud del Presidente ante la denuncia es un aporte a la transparencia muy valioso.
Miguel Campos, ex secretario de Agricultura, en su momento fue procesado y no lo echaron.
Este estándar se fijó este año, con los casos de Fulvio Madaro y Néstor Ulloa. Un funcionario procesado no puede mantenerse.
El secretario de Comercio, Guillermo Moreno, está a punto de tener los mismos problemas.
El caso de Moreno es una barbaridad. Lo echaría aunque no lo procesen. Es una vergüenza que esté apretando a los trabajadores del INDEC y que Beatriz Paglieri haya entrado al INDEC protegida por gente armada. Es una actitud de prepotencia y abuso inadmisible y una torpeza y un error de parte del Gobierno por mantenerlo.
¿Por qué lo respalda Kirchner?
No sé. Moreno cumplió un rol importante en su primer año con el tema del control de los precios. Pero una cosa es eso y otra, el control del índice. Lo primero es legítimo, lo segundo no lo es.
Menem echaba funcionarios también. ¿El gobierno de Kirchner no es corrupto?
No, no me parece un gobierno corrupto. Hay casos, pero también hay una respuesta institucional. Lo primero que hizo Menem fue armarse una Corte de amigos, para cubrirse. Kirchner hizo todo lo contrario. Si se pierde de vista lo fundamental estás perdido, todo es lo mismo. No lo creo y me parece que el país tampoco.
¿Qué le parece la candidatura de Cristina Kirchner?
Fue una decisión muy meditada. En un momento parecía un capricho. Después, una conveniencia. Y ahora se asemeja bastante a una necesidad. Un capricho, porque Kirchner podría haberse presentado. Una conveniencia porque se ve que el rechazo social a la política tras la crisis del 2001 perdura en el tiempo. La sociedad se cansa más rápido que en una situación normal. Y una necesidad, porque se observa una acumulación de problemas no resueltos que requieren cambios.
¿Y el cambio es Cristina?
El tema es qué tipo de cambios. ¿Se requiere abjurar de todo lo que hizo Kirchner y hacer un replanteo de los lineamientos básicos? A mi juicio, no. La campaña publicitaria del Gobierno es equívoca. La idea de que “el cambio recién empieza”... La oposición le contesta: “¿Qué cambio, si es más de lo mismo?”. Así planteado, es una respuesta lógica. Lo interesante de la posibilidad de un gobierno de Cristina es el cambio dentro de la continuidad, porque hay cosas que sin dudas deben ser ajustadas.
¿Cuáles?
Cuando le preguntan al ministro Julio De Vido hasta cuándo va a durar la crisis energética y responde: “No vamos a hacer futurología”... Bueno, no le pedían eso, sino que el encargado del tema dijera cuáles son las previsiones que tiene. ¡Se llama Ministerio de Planificación! Que diga qué planificó y qué espera que suceda.
Quizás De Vido contestó así porque no continuará con Cristina Kirchner.
No sé. Me refiero a lo que debe ser modificado. De Vido hizo un trabajo espectacular en el tema de planificación de inversiones federales. El nivel de inversión en obra pública que hubo durante estos años es asombroso en comparación con todo lo anterior y creo que él tiene mucho mérito en eso. Ahora, que el crecimiento de la economía haya ido más rápido que el de la generación y transmisión de energía y tengamos estos problemas, es algo que hay que corregir. Esa respuesta sobre la futurología es disparatada.
Más aún, ante una crisis energética que fue negada.
No me parece que sea un tema para dramatizar. Habrá que ver en cuánto afectan al crecimiento económico estas dificultades. El Gobierno cree que no va a llegar a una disminución del uno por ciento, pero, de todas formas, va a implicar importaciones más caras, fastidio de las empresas y de los trabajadores, suspensiones de turnos, que sería deseable evitar. Pero tampoco es comparable esta situación como la que se vivió con Alfonsín.
¿Qué piensa de Cristina?
La conozco poco. Tengo una buena opinión de ella, como política y en lo personal.
¿No es criticable que Kirchner eligiera a dedo a su esposa como candidata a sucederlo?
Las postulaciones de Carrió, Lavagna, Cristina y López Murphy no surgen de un proceso participativo. Eso es la prueba de la crisis del sistema de partidos, que es imprescindible reconstruir. En ese contexto, el parentesco me parece un asunto menor, sobre todo porque Kirchner renuncia en forma voluntaria a presentarse y la decisión, en todo caso, es del electorado.
En sus columnas de
Página/12, describió al secretario de Transporte, Ricardo Jaime, como un funcionario menemista y criticó al ministro de Justicia, Alberto Iribarne.
Bueno, vos lo ves a Jaime y es eso. Su aspecto es menemista. Ostentoso y estridente. Y además, está toda la investigación judicial sobre subsidios en Transporte.
¿Lo pone a la altura de Moreno en sus críticas?
Tienen la misma jerarquía formal (ríe). No los pongo al mismo nivel, porque aún la gente más crítica de Moreno no sospecha que se haya quedado nunca con una moneda.
¿De Jaime no podría decir lo mismo?
(Silencio.) Son situaciones distintas.
¿E Iribarne?
El suyo es un ministerio ausente. No entiendo por qué Kirchner no designa a un ministro de Justicia
(sonríe).
Iribarne es muy cercano a Alberto Fernández.
¡Eso no quiere decir que haya un ministro de Justicia! Las dos primeras experiencias que hizo Kirchner en ese cargo le salieron mal. Tanto Beliz como Rosatti se fueron pegando portazos y entonces el Presidente recurrió a una persona que ese tipo de problemas no le va a traer, seguro. Iribarne nunca se fue de ningún lado y estuvo en todos los gobiernos. Es planta permanente.
¿Qué opina del fallo de la Corte que derogó los indultos a los militares?
Tiene un valor simbólico muy importante. En definitiva, los implicados están detenidos por otras causas, porque la dictadura fue una empresa terrorista al por mayor. Es una señal muy fuerte sobre qué es admisible y qué no.
¿Lo sorprendió el fallo sobre Bussi, que avalaría su ingreso a la Cámara de Diputados?
Demuestra que la Corte es independiente y respetable. Ahora, no es inocente que hayan dado los dos fallos el mismo día. El mensaje es contradictorio. Los crímenes de lesa humanidad cometidos por el terrorismo de Estado no prescriben ni pueden ser amnistiados. Si es así, tampoco pueden ser premiados sus autores, permitiéndoles que legislen en una democracia.
¿Cómo define la relación entre el periodismo y el Gobierno?
Es innecesariamente áspera. Porque la verdad es que, salvo la inadmisible exclusión en la distribución de la publicidad oficial contra Editorial Perfil, que no tiene justificación alguna, no le ha hecho daño a los medios y a los periodistas. El Gobierno se perjudica solo con esa política antipática e intolerante. Ahora, no hay que confundir esta tensión con un atentado a la libertad de expresión. No me parece. Kirchner hizo cosas buenas y cosas malas en temas de información.
¿Cuáles?
La transformación de Canal 7 me parece interesante. Por primera vez en muchos años se puede ver. Y el hecho de que Kirchner abandonara la política de gobiernos anteriores de querellar a periodistas. Ahora, la prórroga de las licencias de radio y televisión congeló el espectro actual e impide el acceso de nuevas voces. E implicó una transferencia de recursos a favor de esos medios que en los casos específicos de América, de Manzano y de Canal 9, de los capitales que representa Hadad, significó salvarlos de la quiebra, porque estaban en concurso de acreedores.
Enrique Albistur, el secretario de Medios, querelló a periodistas de
Noticias.
Pero Kirchner ordenó levantarla y se hizo al día siguiente. Ésa era la inercia, lo que los funcionarios aprendieron a hacer. Kirchner les dice: “No, que digan lo que digan, eso no se hace”.
El foro de periodistas FOPEA propuso un boicot a las conferencias de prensa en las que no se puede preguntar.
El Gobierno tiene derecho a darlas o no, yo preferiría que hagan conferencias. Ahora, no permitir que se pregunte en ellas es una arbitrariedad absurda. Eso parece corregido porque ante la renuncia de Miceli, Alberto Fernández aceptó un par de preguntas. Es más una torpeza autoderrotista del Gobierno que un problema para la libertad de expresión. Lo que no tiene defensa es que ante una nota como la de
Clarín sobre Romina Picolotti, Fernández descalifique al periodista. Es un abuso de poder. Tenía otra cosa para decir. Insinuó por qué Clarín lo publicó. Bueno, si el jefe de Gabinete tenía alguna sospecha, hubiera sido mejor que lo dijera en ese momento. Además, no puede ser que un gobierno no tenga un vocero. Es el jefe de Gabinete.
El vocero presidencial, Miguel Núñez, se dedica a acompañar a Cristina.
Bueno, figura como funcionario de Presidencia, pero viene trabajando con Cristina desde hace años. Un vocero mudo es una figura cómica. Y que las veces de vocero las haga el jefe de Gabinete es un menoscabo a su figura. Tendría que ocuparse de otras cosas.
¿Vio el programa de Luis Majul del domingo pasado?
No.
Jorge Lanata lo criticó.
Ah, no sé. ¿Qué dijo?
Que debería blanquear que es asesor de Kirchner en temas de Defensa.
No lo soy. Es una fábula que algunos repiten para dañar a Kirchner asociándolo conmigo y otros, para dañarme a mí asociándome con él. Si lo fuera, no tendría motivos para ocultarlo, dado que pese a todas sus imperfecciones, su gobierno me parece el mejor que tuvo el país en medio siglo.
Usted y Lanata trabajaron juntos mucho tiempo. ¿Qué pasó?
No tengo interés en hablar de Lanata. A él le gustará hablar de mí, a mí no. Somos personas distintas.
¿Cómo es su relación con la ministra de Defensa, Nilda Garré?
La conozco desde hace muchísimos años, soy amigo de ella y me parece una buena ministra. Nada más.
En la radio, Lanata se preguntó si hoy usted publicaría un libro como Robo para la Corona.
No lo haría. Ése era un retrato del gobierno de Menem, que funcionó como una asociación ilícita para el enriquecimiento de los funcionarios. Ahora hubo algunos casos de corrupción y Kirchner reaccionó. Muchos creen que este Gobierno es igual al del menemismo y no estoy de acuerdo.

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