El faraón Amenothep IV (también conocido como Amenofis IV) ascendió al trono de Egipto en el año 1351 antes de Cristo, a la muerte de su padre Amenothep III, aunque algunos afirman que fue coronado en 1353 y que compartió el trono con su padre hasta 1351.
En su tercer año como faraón, Amenothep IV rompió por primera vez la tradición egipcia, celebrando el festival de Sed. El festival, en teoría, solo podía celebrarse cuando un faraón cumplía treinta años en el trono (era una especie de Jubileo), pero Amenothep decidió adelantarlo veintisiete años.
Pero fue en su quinto año en el trono que Amenothep comenzó realmente a quebrantar las normas. El faraón presentó en público a una nueva deidad, Atón, haciendola aparecer como una variante del tradicional dios solar Amón-Ra para darle legitimidad. También anunció que su nombre pasaría oficialmente a ser Akhenatón (“el espíritu de Atón”) y que la capital de Egipto pasaría a ser una nueva ciudad (llamada “Ciudad del Horizonte de Atón”) que se construiría en donde está ubicada la actual El-Amarna, al norte de la hasta entonces capital, Tebas. La construcción comenzó aquel mismo año, y concluiría cuatro años después, pero Akhenatón se trasladó allí en su séptimo año como faraón.
Hacia el noveno año de su reinado, Akhenatón decidió doblar la apuesta y proclamar que Atón no era ya el dios supremo, sino el único dios sobre la Tierra. Todos los templos de Amón y las demás deidades fueron desmantelados, las inscripciones que hablaban de “los dioses”, en plural, fueron borradas o corregidas y los sacerdotes de los demás cultos perdieron numerosos privilegios. Hay quienes creen que el culto a Atón fue la primera religión monoteista de la historia, y que tuvo influencia sobre los judíos; según esta teoría, Jehová era el dios principal de los judíos, compartiendo el panteón con otros dioses y diosas menores, y que estos, imitando el ejemplo de Akhenatón, lo convirtieron en su dios único y exclusivo. También se cree que la reforma religiosa de Akhenatón tenía por objetivo terminar con el excesivo poder de los sacerdotes de Amón. No obstante, hay muchos testimonios sobre el fervor religioso del faraón hacia su nuevo dios, previo incluso a su ascenso al trono -ya que se cree que Atón era en tiempos de Amenothep III un dios adorado exclusivamente por la familia real egipcia-, por lo que es posible que el interés político hay sido para él algo secundario, aunque quizá no para su esposa y consejera de confianza Nefertiti.
En cualquier caso, no solamente la reforma de Akhenatón fracasó, sino también su reinado en general. Egipto, demasiado ocupado en el cambio de religión y en las resistencias que este provocaba, fue incapaz de impedir que el Imperio Hitita, liderado por el agresivo rey Suppiluliuma, devorase al otro gran imperio asiático, Mitanni, y que avanzase sobre varios reinos vasallos egipcios de la zona de Siria-Palestina. Los reyes de aquella región escribieron decenas de cartas a El-Amarna, que han sido conservadas para la posteridad, suplicando ayuda al faraón, ayuda que casi nunca recibieron. Uno de los monarcas, Rib-Hadda de Biblos, llegó a mandarle sesenta misivas a Akhenatón, haciendo que este se quejase de que “Vos sois el que más cartas me envía de todos mi vasallos”.
Akhenatón murió en el 1336, según algunas versiones en medio de una guerra civil bastante violenta entre los seguidores de Atón y los seguidores de Amón. Su hijo o yerno Smenkhkare lo sucedió y gobernó hasta el 1335, cuando falleció y fue reemplazado por Tut, que se cree que era, o hermano de Smenkhkare, o hijo suyo, u otro yerno de Akhenatón. Tut abandonó el culto a Atón a favor del culto a Amón y, para demostrar su lealtad a la antigua religión, cambió su nombre a Tutankhamón. Otras versiones afirman que la sucesora de Smenkhkare fue su madre o suegra Nefertiti, que habría ascendido al trono con el nombre de Neferneferuaten y habría reinado hasta 1333, para luego ser sucedida por Tut.
En su tercer año como faraón, Amenothep IV rompió por primera vez la tradición egipcia, celebrando el festival de Sed. El festival, en teoría, solo podía celebrarse cuando un faraón cumplía treinta años en el trono (era una especie de Jubileo), pero Amenothep decidió adelantarlo veintisiete años.
Pero fue en su quinto año en el trono que Amenothep comenzó realmente a quebrantar las normas. El faraón presentó en público a una nueva deidad, Atón, haciendola aparecer como una variante del tradicional dios solar Amón-Ra para darle legitimidad. También anunció que su nombre pasaría oficialmente a ser Akhenatón (“el espíritu de Atón”) y que la capital de Egipto pasaría a ser una nueva ciudad (llamada “Ciudad del Horizonte de Atón”) que se construiría en donde está ubicada la actual El-Amarna, al norte de la hasta entonces capital, Tebas. La construcción comenzó aquel mismo año, y concluiría cuatro años después, pero Akhenatón se trasladó allí en su séptimo año como faraón.
Hacia el noveno año de su reinado, Akhenatón decidió doblar la apuesta y proclamar que Atón no era ya el dios supremo, sino el único dios sobre la Tierra. Todos los templos de Amón y las demás deidades fueron desmantelados, las inscripciones que hablaban de “los dioses”, en plural, fueron borradas o corregidas y los sacerdotes de los demás cultos perdieron numerosos privilegios. Hay quienes creen que el culto a Atón fue la primera religión monoteista de la historia, y que tuvo influencia sobre los judíos; según esta teoría, Jehová era el dios principal de los judíos, compartiendo el panteón con otros dioses y diosas menores, y que estos, imitando el ejemplo de Akhenatón, lo convirtieron en su dios único y exclusivo. También se cree que la reforma religiosa de Akhenatón tenía por objetivo terminar con el excesivo poder de los sacerdotes de Amón. No obstante, hay muchos testimonios sobre el fervor religioso del faraón hacia su nuevo dios, previo incluso a su ascenso al trono -ya que se cree que Atón era en tiempos de Amenothep III un dios adorado exclusivamente por la familia real egipcia-, por lo que es posible que el interés político hay sido para él algo secundario, aunque quizá no para su esposa y consejera de confianza Nefertiti.
En cualquier caso, no solamente la reforma de Akhenatón fracasó, sino también su reinado en general. Egipto, demasiado ocupado en el cambio de religión y en las resistencias que este provocaba, fue incapaz de impedir que el Imperio Hitita, liderado por el agresivo rey Suppiluliuma, devorase al otro gran imperio asiático, Mitanni, y que avanzase sobre varios reinos vasallos egipcios de la zona de Siria-Palestina. Los reyes de aquella región escribieron decenas de cartas a El-Amarna, que han sido conservadas para la posteridad, suplicando ayuda al faraón, ayuda que casi nunca recibieron. Uno de los monarcas, Rib-Hadda de Biblos, llegó a mandarle sesenta misivas a Akhenatón, haciendo que este se quejase de que “Vos sois el que más cartas me envía de todos mi vasallos”.
Akhenatón murió en el 1336, según algunas versiones en medio de una guerra civil bastante violenta entre los seguidores de Atón y los seguidores de Amón. Su hijo o yerno Smenkhkare lo sucedió y gobernó hasta el 1335, cuando falleció y fue reemplazado por Tut, que se cree que era, o hermano de Smenkhkare, o hijo suyo, u otro yerno de Akhenatón. Tut abandonó el culto a Atón a favor del culto a Amón y, para demostrar su lealtad a la antigua religión, cambió su nombre a Tutankhamón. Otras versiones afirman que la sucesora de Smenkhkare fue su madre o suegra Nefertiti, que habría ascendido al trono con el nombre de Neferneferuaten y habría reinado hasta 1333, para luego ser sucedida por Tut.
siempre han habido los que apunalan por la espalda y siempre habrán los que se resistan a perder el poder como en este caso
ResponderBorrarde los judíos lo que recuerdo es básicamente el culto a Yavé y Assera su compañera, incluso si no me falla la memoria tiempo después de dejar la tierra de los sumerios pues se han encontrado rastros de cerámica de esa diosa. Luego el rol de Assera se lo pasarían a Yavé.