Fecha y hora de la Argentina

Traducir el blog a:

domingo, 30 de septiembre de 2007

Qué hacer ante un robo

Este video es del anteúltimo programa de TVR, y creo que es una de las mejores cosas que han filmado en lo que va del año los de la Cámara Registro. En este caso, se trata de una Convención de Armas que se realizó, si no me equivoco, en la Sociedad Rural. Al preguntarle a uno de los asistentes al evento -¿futuro votante del falso ingeniero Blumberg?- qué haría si un ladrón entra a su casa, él dio una respuesta tan terrible como desopilante.

Perlitas de la blogósfera (I)

Como todavía no sé cómo encarar la crítica a Hostel 2, película que vi la noche del viernes, pocas horas después de la conferencia de Aguinis, he decidido que hoy voy a postear una lista de las mejores entradas publicadas esta semana en otros blogs. Aclaro que el orden en que las puse no indica preferencia de unas sobre otras.

Y de paso, quiero felicitar a los Dogos por consagrarse campeones en el Mundial de Futbol Gay, y plantear esta pregunta: si después de la victoria de los Pumas ante Francia muchos argentinos descubrieron de la noche a la mañana que eran fanáticos del rugby, ¿la victoria de la Selección argentina de Futbol gay hará que muchos descubran que...? El resto lo dejo a la imaginación.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Aguinis en Pergamino

Este es un post bastante largo, así que para amenizarlo les aconsejo escuchar esta excelente canción.


Ayer a la noche estuvo el escritor Marcos Aguinis en Pergamino, dando una conferencia sobre “la Argentina soñada y la Argentina real” en la Casa de la Cultura. Mis amigos y yo asistimos al encuentro, que resultó ser bastante interesante.
Hay que reconocer que Aguinis es un orador muy bueno, capaz de entretener a su audiencia con muchas anécdotas y datos poco conocidos para ilustrar sus puntos de vista. Él empezó haciendo un recorrido por la historia argentina, señalando lo que considera que fueron dos grandes tendencias que marcaron distintas etapas de nuestra evolución como nación, y que Aguinis afirma que están en constante pugna: una, absolutista-totalitaria-autoritaria, que los argentinos vendríamos padeciendo desde la época colonial, y la otra, ilustrada-civilizada-democrática, que llegó a nuestro país a fines del siglo XVIII. Siguiendo con su recorrido, Aguinis considera que la revolución de 1810 fue una manifestación de la segunda corriente contra la primera, y que las guerras civiles que asolaron el país hasta el ascenso de Juan Manuel de Rosas fueron no entre unitarios y federales sino entre representantes de las dos corrientes.
Tras la caída de Rosas -que para Aguinis fue el Restaurador de las Leyes… de la colonia- viene un período que describe con evidente admiración, pues sería cuando su adorada segunda tendencia derrota definitivamente a la primera. Justo José de Urquiza, “un gran lector y un gran patriota”, como lo definió Aguinis, palabras más, palabras menos, utiliza el modelo de Constitución propuesto por Juan Bautista Alberdi en sus Bases para redactar la Constitución de 1853. Y en 1861, cuando se enfrenta a los ejércitos de Buenos Aires en Pavón, tiene el “gesto de grandeza” de dejarse vencer para que Bartolomé Mitre gane la guerra y unifique al país, entonces dividido entre la Confederación y el Estado de Buenos Aires. Por algún motivo, Aguinis ignora que la “derrota” de Urquiza en Pavón parece haberse debido más a desavenencias con el presidente de la Confederación, Santiago Derqui, y al cansancio de ejercer un liderazgo nacional tan desgastante, que a cualquier patriotismo. Se sabe que lo único que dijo el caudillo entrerriano sobre los motivos por los cuales abandonó la lucha en Pavón fue un enigmático “Me han traicionado”, y que en las calles de Buenos Aires después de la batalla muchos cantaban que “a Urquiza lo compraron por un patacón”.
No obstante, conviene continuar con el recorrido. Para Aguinis, en 1862 se abre el período en el que el país se abre definitivamente al mundo, atrae inmigrantes, adopta con entusiasmo las ideas de afuera, crece social, cultural y económicamente. Era un paraíso, y Aguinis con su oratoria consigue que hasta sintamos nostalgia de lo que jamás conocimos. Por supuesto, no mencionó ni el fraude electoral sistemático que aquella elite tan ilustrada utilizó para mantenerse en el poder hasta 1912, ni las guerras civiles posteriores a 1862, ni la Conquista del Desierto.
Pero en la década de 1920 entran en la Argentina las ideas totalitarias de izquierda y de derecha: el comunismo y el fascismo. A lo largo de la década, el fascismo va ganando adeptos y finalmente acaba por tomar el poder con el golpe de 1930. Uriburu intenta establecer un sistema corporativo mediante una reforma constitucional -y Aguinis aprovechó para vincular ese proyecto con las reformas constitucionales buscadas por Rafael Correa, Hugo Chávez y Evo Morales en la actualidad, en sus respectivos países, ignorando que Uriburu era un dictador y los presidentes de Ecuador, Venezuela y Bolivia surgieron de elecciones limpias-, pero por suerte fracasa. No obstante, a partir de 1932 comienza a aplicarse lo que Aguinis considera el costado económico del modelo autoritario colonial remozado por las ideas fascistas: el intervencionismo estatal en la economía. Ambas variantes -la económica y la política- de la corriente autoritaria se van manifestando a lo largo de las siguientes décadas en la Argentina, llevándonos al estado de decadencia actual.
A continuación Aguinis respondió preguntas del público. Fue entonces que una chica le preguntó, haciendo referencia a la Conquista del Desierto, si el precio del progreso experimentado por la Argentina durante el gobierno de la Generación de 1880 no fue demasiado alto. Aguinis contestó que si bien él no apoyaba el exterminio, era necesario en el caso de Argentina porque si no lo hacíamos nosotros, los chilenos nos hubiesen quitado la Patagonia, y que los indígenas de hecho se consideraban chilenos, y que muchos países padecieron genocidios -puso el ejemplo particular de Croacia, que tuvo que soportar a Ante Pavelic, el Mariscal Tito y las guerras étnicas de los ’90- y salieron adelante. Lo escribo de ésta manera porque la forma en que expuso sus argumentos fue un poco acumulativa, signo de que la pregunta lo había tomado por sorpresa. Luego se despachó contra el revisionismo histórico, que según él hace que los argentinos nos dediquemos a mirar el pasado y enfrentarnos entre nosotros en vez de mirar el futuro y unirnos. Y concluyó diciendo que era necesario que los indígenas dejen de vivir en los ghettos (léase reservas) en las mismas condiciones que en el siglo XIX y que se integren a la sociedad.
Hay algo que quisiera señalar porque me llamó la atención. Al hablar del segundo gobierno de Yrigoyen, Aguinis elogió su decisión de “nombrar presidente de la Corte Suprema” (abajo explico por qué le pongo comillas) al ex presidente conservador José Figueroa Alcorta, pues significó darle a un opositor acérrimo la posibilidad de controlar a su gobierno. Hay observaciones que quisiera hacerle a lo que él dijo:
  • En Argentina el presidente de la Nación no puede nombrar al presidente de la Corte Suprema, sino que él -o ella- nombra a los jueces y ellos eligen luego a su presidente para un período de un año. Aguinis debe haberse confundido por haber pasado tantos años en EUA, donde cuando el presidente de la Corte muere, renuncia o es destituido, el Poder Ejecutivo nombra a su sucesor directamente.
  • Figueroa Alcorta fue, junto con Roque Sáenz Peña, el único presidente del Orden Conservador (1880-1916) en reunirse cara a cara con Yrigoyen para intentar resolver las diferencias con el radicalismo. Y, por lo que tengo entendido, no se opuso a la reforma electoral impulsada por su sucesor en 1912, que permitió el ascenso de Yrigoyen al poder, de modo que es un poco difícil verlo como un gran opositor.
  • ¿No se le ocurrió a Aguinis que quizá a Yrigoyen no le importaba quienes estuviesen en la Corte Suprema? Sabemos que en 1929, cuando propuso a Figueroa Alcorta, el Senado, que debía aprobar su nombramiento, estaba dominado por los conservadores. Es posible que entonces, en vez de proponer a un juez radical para la Corte, Yrigoyen haya preferido evitarse un nuevo conflicto con el Senado proponiéndoles a un juez conservador, pero moderado.
Otro punto interesante es que al hablar del corporativismo, Aguinis nos previno contra la concertación que propone CFK entre el Estado, el empresariado y los trabajadores, diciéndonos que los partidos políticos debían jugar un rol. No obstante, cuando más tarde habló de Irlanda atribuyó el crecimiento impresionante que tuvo el país desde su independencia en 1916 a ¡una concertación entre empresarios y trabajadores! Supuestamente -no conozco mucho de historia irlandesa, así que hay que confiar en la versión de Aguinis-, en algún momento se llegó a un pacto para vincular los salarios a la productividad, de modo que mientras más producía la empresa, más cobraban los trabajadores.
En cualquier caso, y pese a todo aquello con lo que no estuve de acuerdo y con lo que detecté que se contradecía un poco, me gustó la charla. Lamento no haber llevado mis ejemplares de La gesta del marrano y El atroz encanto de ser argentinos para que me los firmase.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Voto electrónico y circunscripciones

Desde hace un tiempo se ha venido dando un debate bastante interesante en los blogs La Barbarie y El criador de gorilas sobre los pros y contras de una eventual reforma al sistema electoral que introduzca el voto electrónico y que reemplace el sistema de listas sábanas por un sistema uninominal de circunscripciones.
Mi postura es, en primer lugar, que el voto electrónico tiene algunos riesgos. Como se dijo mucho en esos debates, el sistema de boletas permite que, si se hace fraude, queden algunas evidencias tangibles, mientras que el voto electrónico hace que un posible fraude se haga “limpiamente”, sin dejar huellas. Las ventajas del sistema -que permite que se conozca con más rapidez el resultado, y que libra a los partidos más chicos del gasto de hacer imprimir miles o incluso millones de boletas y trasladarlas a lugares lejanos- no alcanzan para disipar una desventaja como esa. Es preferible nuestro viejo y querido sistema de boletas, sinceramente.
Ahora, en cuanto a las circunscripciones, a mí me parece un sistema muchísimo mejor que el que rige. Conviene hacer un repaso por los sistemas electorales usados para la elección de diputados. Entre 1853 y 1902 rigió el sistema de lista (sábana) completa; o sea, el partido que conseguía la mayoría simple de los votos se quedaba con el 100% de las bancas en juego. En 1902 el gobierno de Julio Roca, a través de su brillante ministro Joaquín V. González, impulsó el establecimiento de un sistema uninominal, pero no hizo ningún intento serio de terminar con el fraude electoral sistémico, de modo que el único resultado de esa ley fue la elección de Alfredo Palacios como diputado por La Boca en 1904, convirtiéndose en el primer diputado socialista de América. Durante el gobierno de Manuel Quintana se abandonó ese sistema y se volvió al anterior.
Roque Sáenz Peña, además de garantizar con su reforma electoral (1912) el fin del fraude por vía del voto universal, secreto y obligatorio, reemplazó el sistema de lista completa por uno de lista incompleta, en el que el partido que obtenía la mayoría se quedaba con dos tercios de las bancas en juego, mientras que el que obtenía la primera minoría se quedaba con el tercio restante. El sistema rigió hasta el gobierno de Perón, en el que se volvió a las circunscripciones, pero con un criterio bastante tramposo. Utilizando una estrategia conocida en EUA como gerrymandering,[1] el peronismo manipuló los límites de las circunscripciones para reducir la representación de los partidos opositores y garantizarse una mayoría aplastante en la Cámara Baja. En la dictadura de Guido se estableció el sistema D’Hont de representación proporcional, y se ha estado utilizando para la elección de diputados desde los comicios de 1963 hasta hoy.
Para mí, el sistema uninominal es mucho mejor que el de lista sábana, ya sea con lista completa, incompleta o D’Hont. Es cierto que abre la posibilidad de que un solo partido consiga el 100% de las bancas si gana en todos los distritos, pero dudo mucho que cualquier partido consiga en la Argentina una masividad como esa; ni siquiera el radicalismo o el peronismo, en sus años de gloria (1912-1930; 1946-1955) lograron la hegemonía absoluta. Siempre hubo legisladores, gobernadores o intendentes de la oposición. Si se garantiza que no se trasplante a la Argentina el gerrymandering, considero que sería muy positivo. Los puntos que enumero a continuación tal vez sean un poco ingenuos, pero creo que habría que considerarlos:
  1. Acercaría al votante y su representante.
  2. Obligaría al diputado a tener un alto perfil y trabajar en la Cámara para que los habitantes de su circunscripción lo reelijan.
  3. Evitaría el ingreso a la Cámara de los ilustres desconocidos de siempre.
  4. Daría más independencia a los diputados, pues deberían su banca no a algún favor político del caudillo de turno, sino a su propio carisma.
  5. Llevaría al Congreso muchas problemáticas locales.
Ya sé que en la Argentina la clase política siempre se las arregla para imponer sus reglas de juego y seguramente corromperían de un modo u otro el sistema uninominal. Pero creo había que darle una chance.

[1] Se trata de un término estadounidense basado en un escandalete político que ocurrió con Elbridge Gerry, gobernador de Massachussets en 1810-1812 y luego vicepresidente de EUA desde 1813 hasta su muerte en 1814, que hizo crear una circunscripción en Boston, unificando varios distritos de voto tradicionalmente opositor. La circunscripción en cuestión tenía una forma que recordaba a la de una salamandra, de modo que los medios acuñaron la palabra gerrymander para definirla. En éste link puede verse una imagen de la circunscripción-salamandra de Gerry.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Anuncio sobre Harry Potter

Quiero avisarles que a partir de hoy todos los relatos de fan fiction de la saga de Harry Potter los voy a publicar en un blog aparte, Albus y Harry. Lo hago más que nada por comodidad mía y de los lectores, porque me parece que los relatos quedan bastante descolgados acá. Ya de por sí Terra Incognita II es una ensalada de textos sobre distintos temas, como para añadirle además textos como esos (lo cual no significa para nada que no disfrute escribiéndolos).
Saludos

miércoles, 26 de septiembre de 2007

The host (2005)

Es a estas alturas una perogrullada, pero hay que decir que el cine surcoreano está pisando fuerte en Argentina y en el mundo. Tenemos a la ya célebre trilogía de la venganza de Park Chan-wook, compuesta por Symphathy for Mr. Vengeance (2002), Oldboy (2003) y Sympathy for Lady Vengeance (2005) -de la cual yo solamente vi las dos últimas-, La esposa del buen abogado (2003), de Im Sang-soo, y Memorias de un asesino (2003), de Bong Joon-ho, entre otras.
También de Bong Joon-ho es The host, que no se parece en nada a Memorias… Todo comienza en el 2000 cuando un médico apostado en la base militar que tienen los estadounidenses en Corea del Sur desde los ’50 hace arrojar decenas de botellas de formaldehído al río Han tan solo porque tienen polvo en su superficie y él cree que están contaminadas (el incidente es real, y llegó a generar tensión diplomática entre EUA y Corea del Sur), justificándose con la antológica frase “el río es muy amplio: tratemos de ser amplios de criterio”.
Ya en la actualidad, los resultados de aquella negligencia se hacen sentir cuando un monstruo acuático emerge del río y ataca a la población. Pero el film, en vez de narrar la lucha del gobierno y el ejército -que aparecen retratados en forma bastante satírica- contra la amenaza, se enfoca en las desventuras de una familia víctima del monstruo. Cuando una chica de 12 o 13 años, Hyun-seo, es raptada por la criatura, su padre, tíos y abuelo emprenden una guerra casi personal contra ella; mientras, son perseguidos por el gobierno, que cree que el haber estado en contacto con la bestia los ha infectado con alguna clase de virus desconocido.
La película mezcla mucho lo trágico con lo humorístico, salvo hacia el final, cuando se impone una óptica más seria. El monstruo está bastante bien creado, aunque es un poco molesto que nunca se nos expliquen bien sus orígenes, más allá de que es producto del derrame de formaldehído al río Han.
Calificación: 7

(El Odiante hizo una crítica de The host en junio, en la que le ponía un 10 y la calificaba como “una de las mejores películas de la década”. Si bien yo no soy tan entusiasta, recomiendo leerla.)

martes, 25 de septiembre de 2007

Otros 100

Como hice en mi otro blog cuando llegué a las 100 entradas, hoy voy a hacer otro “Top 15” con las quince entradas que disfruté más escribiendo. Incluyo también textos del otro blog que publiqué después del primer Top 15. Espero que les gusten y que los comenten.
  1. Algunos datos sobre la circuncisión (24/4/2007)
  2. La reina Margot (7/5/2007)
  3. Las hermanas de Enrique VIII - 1ª parte (10/5/2007)
  4. Las hermanas de Enrique VIII - 2ª parte (11/5/2007)
  5. Perseo, Medusa y Andrómeda (31/5/2007)
  6. Los hermanos enemigos (20/6/2007)
  7. Calígula (5/7/2007)
  8. Claudio y Mesalina – 1ª parte (9/7/2007)
  9. Claudio y Mesalina – 2ª parte (10/7/2007)
  10. Claudio y Mesalina – 3ª parte (11/7/2007)
  11. Cuando Paris conoció a Helena (27/7/2007)
  12. CFK y Cleto (28/7/2007)
  13. La ¿maldición? de los gobernadores bonaerenses (8/8/2007)
  14. Esperando a un Fabio Máximo (27/8/2007)
  15. Los Siete contra Tebas (21/9/2007)

lunes, 24 de septiembre de 2007

El final (y el futuro) de 24

El miércoles pasado pude ver el final de la sexta temporada de 24. Sinceramente, me dejó con sensaciones encontradas. Lo que me gustó fue el rescate de Josh, el gesto de confianza de Tom Lennox hacia Noah Daniels al darle la grabación que lo involucraba en una conspiración para cometer perjurio, y la última conversación entre Lennox y Karen Hayes. No me gustó que la última conversación entre Jack y su padre Phillip fuese tan corta, ni tampoco ese final sensiblero con James Heller y Audrey Raines, ni la última escena, que lo deja a uno preguntándose si Jack quiere saltar por el acantilado o simplemente tirar su arma. En suma, le pondría un 6,50 tirando a 7.
Esto es lo que se sabe de la próxima temporada de 24:
  • Jack, como es natural, va a regresar, pero ésta vez totalmente desvinculado del gobierno estadounidense.
  • También van a retornar Chloe O’Brian y Bill Buchanan.
  • La gran sorpresa de la temporada es que Tony Almeida no está muerto y que regresará para el Día 7. No obstante, los productores anunciaron que él no sería ya el Tony de antes, lo cual insinúa que podría ser el villano.
  • El secretario de Defensa durante el Día 6, Ethan Kanin, reaparece como jefe de Gabinete.
  • Habrá una presidenta llamada Allison Taylor.
  • La CTU ya no existirá, pues habrá sido disuelta por el gobierno.
  • El Día 7 transcurrirá en Washington.
  • La acción comenzará cuando Jack se presente ante un comité especial del Senado estadounidense para ser interrogado por sus acciones pasadas.
  • Una de las tramas del Día 7 estará relacionada con el fallecimiento de Roger, el hijo de la presidenta Taylor. Si bien su muerte es declarada oficialmente un suicido, su padre Henry, marido de la presidenta, sospecha que su novia Samantha tuvo algo que ver.
  • Otra de las cosas que sucederán al principio del Día 7 -no sé si antes o después de la audiencia de Jack en el Senado- es que él perseguirá a Gabriel Schecter, un contrabandista de armas, para sacarle información.
Y para todos aquellos que durante la sexta temporada nos preguntamos si Josh Bauer era hijo y no sobrino de Jack, hace poco me enteré que los guionistas pensaban revelar esa información y llegaron a escribir un boceto de guión sobre el tema, pero lo descartaron. También analizaron la posibilidad de que Josh fuese hijo de Phillip Bauer, su supuesto abuelo, pero también la descartaron por ser muy retorcida. Así que si Josh reaparece en las próximas temporadas, no sería raro que desempolven la cuestión de su paternidad. La séptima temporada se verá en EUA en enero de 2008, e imagino que llegará a América Latina unos meses más tarde.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Querida Wendy (2005)

Una colaboración entre Lars Von Trier (como guionista), director de, entre otras películas, Bailarina en la oscuridad, Dogville y Manderlay y su compatriota Thomas Vinterberg (como director) produjo Querida Wendy, un film sobre la “cultura de las armas” estadounidense.
La trama transcurre en un pueblito minero en Virginia Occidental. Dick (Jamie Bell) es un chico solitario e intelectual, hijo de un minero, que trabaja de repositor en el supermercado del pueblo. Las cosas cambian para él cuando compra una pistola creyendo que es de juguete. Pese a que se considera a sí mismo un pacifista, al enterarse de que el arma es de verdad decide no solo quedársela sino también ponerle un nombre: Wendy. La mayor parte de la historia es narrada por el propio Dick, en una carta dirigida a Wendy.
Junto a otros chicos que por uno u otro motivo son marginados en la comunidad, Dick forma una asociación conocida como “los Dandys”, que se dedica a estudiar y practicar con armas de fuego, a las que todos les ponen nombres. Todos tienen bien en claro que sus armas jamás deben ser usadas contra otras personas, pero las llevan consigo a todas partes como una forma de sentirse más fuertes y seguros de sí mismos. No obstante, cuando deciden emplear sus pistolas para lo que consideran una buena causa, se desata la violencia.
A diferencia de Bowling for Columbine, de Michael Moore, que abordaba el tema de la cultura de las armas desde una óptica muy crítica, Querida Wendy es más bien una sátira. Eso no impide que, de la misma forma en que Von Trier y Vinterberg muestran los aspectos más enfermizos de la obsesión de “los Dandys” por las armas de fuego, también muestren los más nobles. Un detalle interesante es la música, compuesta casi en su totalidad por canciones de The Zombies, un grupo británico de la misma generación de los Beatles.
Calificación: 8

sábado, 22 de septiembre de 2007

Harry en la Calle de la Hilandera

Continuación de La señora Tonks y la señora Malfoy.
Todos los personajes son de J. K. Rowling.

La Calle de la Hilandera era un lugar tan deprimente como Harry imaginaba. No era raro que un hombre como Severus Snape no hubiese querido mudarse jamás, considerando lo que le gustaban los lugares siniestros. Pero Harry tenía una misión y no podía delegarla en nadie más.
Muerto su último propietario, las protecciones mágicas de la casa que había sido de Tobias Snape y Eileen Prince habían desaparecido y Harry pudo entrar con un simple Alohomora dirigido a la cerradura. El interior estaba bastante ordenado, y en rigor no se diferenciaba mucho de cualquier casa muggle. Hacía varios meses que Snape no residía allí.
Harry vio que había dos dormitorios, uno que había sido de Snape y otro que había pertenecido a sus padres. Dentro del dormitorio de Snape, Harry halló lo que buscaba: un retrato cubierto con una sábana, del propio Severus Snape. McGonagall le había contado que poco después de su nombramiento como director, Snape había traído a un pintor mágico para que lo retratase. Eventualmente la pintura sería colgada en el despacho del director, pero el hecho de que Snape hubiese abandonado su cargo poco antes de morir había impedido que el retrato apareciese allí mágicamente, como había ocurrido con el de Dumbledore. Alguien debía buscarlo y llevarlo a Hogwarts para colgarlo en donde le correspondía estar, y Harry exigió ser él quien lo hiciera.
Con el corazón latiéndole rápidamente, Harry destapó el cuadro. Snape había hecho que lo pintasen sentado en su escritorio, con varios libros frente a él (sin duda para que su “otro yo” no se aburriese demasiado). El pintor había capturado a la perfección el aspecto de su ex profesor de pociones, la piel pálida, el pelo negro y grasiento, la nariz ganchuda. Y cuando Snape abrió los ojos, Harry también lo alabó mentalmente por poder capturar lo penetrante de su mirada en el lienzo.
-Vaya, Potter -dijo Snape fríamente-. ¿Qué demonios haces en mi casa?
-Vine para recoger su retrato y llevarlo a Hogwarts.
-¿Y por qué vas a llevarlo allá? Por lo que sé, todavía soy director. Por no mencionar que tú eres fugitivo del Ministerio por haber matado a Albus Dumbledore…
-No hace falta que siga fingiendo, profesor. Voldemort murió hace tres días. Yo lo maté.
La mirada de Snape se volvió aún más escrutadora y, de no haber sabido que los retratos no podían hacer Legeremancia, Harry hubiese temido que intentaría penetrar en su mente. Pero Snape se limitó a mirarlo a los ojos con mucha atención. Después de unos instantes, el Snape del retrato pareció creerle, y se desvió la mirada hacia el escritorio. Estaba claro que ahora reflexionaba sobre las implicancias de lo que Harry le había dicho. El joven mago casi podía ver sus engranajes mentales funcionando. Si Harry había vencido a Voldemort, eso significaba que él ya no era director de Hogwarts (pues seguramente planeaba renunciar si sobrevivía, o bien creía que sería enviado a Azkaban). Pero si su retrato iba a ser colgado en la oficina del director, eso significaba que ya se conocía su verdadero rol en la guerra contra Voldemort. Pero si era Harry y no él mismo quién venía a llevar su retrato a Hogwarts, eso significaba…
-Dime, antes de morir, ¿llegué a contarte lo que sucedió cuando el Señor de las Tinieblas intentó matarte?
-Sí, mientras agonizaba me pasó sus recuerdos.
-¿El fragmento de alma residente en tu cuerpo ha sido destruido?
-Sí.
-¿Y cómo es que estás vivo?
Harry no le había contado a nadie, ni siquiera a Ginny, Ron o Hermione, sobre su encuentro con Dumbledore más allá de la muerte en “King’s Cross”, y no planeaba hacer otra cosa con Snape, así que repitió lo que había dicho en su discurso en el Gran Salón:
-Ni siquiera yo lo entiendo. El Avada Kedavra que me lanzó Voldemort me impactó, pero solamente mató a la porción de su alma que estaba en mi cuerpo. Nuestra conexión se rompió, ya no puedo hablar pársel y la cicatriz se volvió más tenue, mire -dijo, mientras acercaba su frente al retrato.
Snape estaba conmocionado, y sus ojos estaban vidriosos. Parecía a punto de llorar.
-No puedo creerlo… no puedo creerlo… El Señor de las Tinieblas ha muerto y tú vives. Gracias a Dios.
Pero poco después se dio cuenta de frente a quién estaba y recuperó la calma.
-Imagino que habrás visto más cosas, aparte de mi rol en la muerte de Dumbledore, ¿verdad, Potter?
-Sí, sé lo de usted y mi madre.
Snape y Harry permanecieron en silencio por un buen rato. Ninguno de los dos se atrevía a hablar del espinoso tema del enamoramiento de Snape hacia Lily Evans. Al final, Harry dijo:
-Bueno, imagino que querrá saber de qué hablábamos Dumbledore y yo en nuestras clases privadas en mi sexto año.
-Muchos queríamos saber eso, Potter, pero Dumbledore no quería soltar presa.
-¿Quiere hablar de eso con el retrato de Dumbledore en Hogwarts?
-No, preferiría que me lo cuentes tú. No me agrada la idea de que nos escuchen todos los ex directores del colegio.
-De acuerdo.
“Dumbledore debe haberle hecho creer que el alma de Lord Voldemort estaba dividida en dos partes: la que permanecía en su cuerpo y la que residía en el mío. La verdad es que estaba dividida en ocho: las dos que mencioné y otras seis que fue colocando voluntariamente en otros objetos.
Snape nuevamente se puso a reflexionar, tras lo cual dijo:
-Vaya, es impresionante. Jamás oí de ningún mago que consiguiese crear más de un Horrocrux. El Señor de las Tinieblas llegó muy lejos.
-Sí, ciertamente lo hizo. Tres de los Horrocruxes eran objetos que habían pertenecido a los Fundadores de Hogwarts: un relicario de Salazar Slytherin, una copa de Helga Hufflepuff y una diadema de Rowena Ravenclaw. Los otros tres tenían un gran valor personal para él: su diario, el anillo de su abuelo materno Sorvolo Gaunt y la serpiente Nagini.
-Bueno, ya sé cómo fueron destruidos el diario y el anillo. ¿Qué pasó con los demás?
Contarle al retrato de Severus Snape la historia de cómo fueron destruidos los cuatro Horrocruxes de Voldemort no era tan intimidante como lo había sido contárselo a la multitud en el Gran Salón, pero era bastante exigente, ya que Snape lo interrumpía a cada momento con preguntas muy agudas; a veces Harry sentía como si estuviese de nuevo en la mazmorra, defendiéndose de uno de los célebres interrogatorios del profesor.
-¡No puedo creerlo! -dijo Snape al cabo de media hora, cuando Harry ya iba concluyendo su relato- ¡¿Longbottom mató a Nagini?!
-Sí, Fawkes le trajo el Sombrero Seleccionador y la espada de Gryffindor, como cuando yo maté al basilisco.
-Bueno, Potter, quizá los haya subestimado… a Longbottom, a tus amigos y a ti. Tuvieron mucha, mucha suerte, pero no puedo negar que también demostraron cierto talento -dijo Snape con cara de estar tragándose un remedio muy amargo. Harry comprendió que eso era lo más cercano a un elogio que recibiría del ex director-. ¿Vamos a Hogwarts?
-Está bien.
Harry levantó el retrato y lo llevó a la salita de estar. Con un Incendio prendió la chimenea y arrojó unos polvos Flu a las llamas. Antes de decir adonde quería ir, Harry apoyó el retrato de Snape en el estante encima de la chimenea.
-¿Qué sucede, Potter?
-Antes de ir a Hogwarts, quisiera hacerle una última pregunta, en privado: ¿Qué hizo con su viejo libro de pociones?
-¿Necesitas ayuda para tu séptimo año en Hogwarts?
-No, solo tengo curiosidad.
-Bueno, Potter, después de que me mostraste el libro de Weasley -sí, me di cuenta enseguida de que era suyo-, imaginé que deberías haber escondido mi libro en algún lugar. No creí que te atrevieses a dejarlo en la Torre de Gryffindor, y como sabía que conocías la existencia de la Sala Multipropósito, imaginé que estaría allí. Así que esa misma noche fui a la Sala y utilicé el Accio para sacarlo de su escondite.
-¿El Accio? ¡Pero si yo lo usé para tratar de alcanzar la diadema de Ravenclaw y no me sirvió!
-Eso es porque no conoces las reglas de esa versión de la Sala Multipropósito. Los únicos que pueden utilizar el encantamiento convocador para sacar las cosas escondidas allí son o los dueños legítimos del objeto o quienes lo escondieron. O sea que el libro sólo lo podíamos recuperar con el Accio tú y yo. En cuanto a la diadema, los únicos que podían usar exitosamente el encantamiento convocador…
-… eran Voldemort y Rowena Ravenclaw. Ahora lo entiendo. ¿Y qué hizo con él cuando lo recuperó?
-Lo dejé aquí, en mi casa. No quería arriesgarme a que otro estudiante lo usase. Pero ahora creo que sería mejor que lo tengas tú. Considero que el hecho de matar al Señor de las Tinieblas te hace lo bastante confiable. ¿Ves ese cuadro de un plato con limones? Detrás de él hay un compartimiento secreto y ahí está el libro.
Así, con el libro del Príncipe Mestizo en una mano y el retrato de Severus Snape en la otra, Harry dijo “¡Hogwarts!” y entró a las llamas.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Los Siete contra Tebas

El rey Adraste de Argos tenía dos hijas, Egiea y Deípile. Cuando llegó la hora de arreglar su matrimonio, decenas de príncipes griegos llegaron a su palacio para solicitar ser sus maridos. Adraste, temiendo que si elegía a dos de ellos los demás se convertirían en enemigos suyos, decidió consultar al oráculo de Delfos. La pitonisa le respondió “Unce a tu carro de dos ruedas al jabalí y al león que luchan en tu palacio”, lo cual debe haberlo dejado con más preguntas que respuestas.
Entre los pretendientes a ser yernos de Adraste, los dos más desafortunados eran Polinices de Tebas y Tideo de Calidón. Polinices era hijo de Edipo y de su esposa-madre Yocasta; tras el exilio de su padre (narrado en las famosas obras de Sófocles, Edipo rey y Edipo en Colono) él y su hermano Eteocles convinieron en gobernar Tebas en años alternos. No obstante, al finalizar su primer año en el trono Eteocles se rehusó a entregarlo a su hermano y lo desterró con un pretexto cualquiera de la ciudad.
Tideo, por su parte, también había sido expulsado de Calidón a causa de su hermano. Un adivino había profetizado que Melanipo -así se llamaba el hermano en cuestión- mataría a Tideo, y poco después Tideo mató a Melanipo en lo que él dijo que había sido un accidente de caza. Pero los habitantes de Calidón sospechaban que Tideo había asesinado a su hermano para protegerse de la profecía, y lo forzaron a exiliarse.
Cuando Adraste regresó a su palacio, se encontró con Tideo y Polinices disputando por los méritos de sus respectivas ciudades, y seguramente hubiese habido un asesinato de no ser porque Adraste intervino. Como el emblema de Tebas era el león y el de Calidón era el jabalí, el rey de Argos interpretó que ellos dos eran los pretendientes a quienes debía entregar la mano de sus hijas y lo anunció a todos los príncipes presentes, poniendo el acento en que actuaba por ordenes del oráculo. Y acto seguido, casó a Polinices con Egiea y a Tideo con Deípile.
Adraste juró que restablecería a sus yernos en los reinos de los que habían sido expulsados y reunió a sus aliados Capaneo, Hipomedonte, Partenopeo y Anfiarao, hijos de Meleagro y Atalanta y les pidió que se armaran y partieran hacia Tebas, para deponer a Eteocles. Solo uno de ellos se negó: Anfiarao. Él era cuñado de Adraste, pues estaba casado con su hermana Enfile, pero era también un adivino y profetizó que todos, salvo Adraste, morirían en la empresa.
Pocos años antes, Adraste y Anfiarao habían disputado por una cuestión de Estado y habían estado a punto de matarse entre ellos, hasta que intervino Enfile y les hizo prometer que en caso de que se produjese otro desacuerdo entre ellos, acudirían a ella para que dictaminase cuál de los dos tenía razón, y que acatarían su decisión. Polinices y Tideo se enteraron de ello, y también que Enfile, una mujer de mediana edad, temía estar perdiendo su belleza. Entonces Polinices le regaló a su flamante tía política un collar mágico que había pertenecido a su madre-abuela Yocasta, que permitía que quien lo usase conservara siempre la juventud; Yocasta lo había usado para seducir a Edipo, que era mucho menor que ella, sin saber que en realidad se trataba de su hijo. Tras su suicidio, el collar había pasado a manos de Polinices. A cambio del “obsequio”, Enfile apoyó la expedición contra Tebas y Anfiarao se sumó.
Polinices, Tideo, Anfiarao, Capaneo, Hipomedonte, Partenopeo y Adraste emprendieron viaje hacia Tebas, y pasaron por Nemea, donde el rey Licurgo les dio permiso para beber agua de su manantial y mandó a su esclava Hipsípila, la ex reina de Lemnos, para guiarlos. Hipsípila había sido empleada como niñera de Ofeltes, el hijo de Licurgo, y dejó al niño sólo mientras llevaba al ejército hacia el manantial. Cuando regresaron, descubrieron que Ofeltes había sido atacado y muerto por una serpiente. Anfiarao hizo un último intento por frenar la expedición, diciéndoles que la muerte de Ofeltes era un mal presagio y que debían regresar, pero los otros príncipes ignoraron sus advertencias e instituyeron los Juegos Nemeos, en honor al niño muerto. Cada uno de los Siete ganó en una de las competencias que se realizaron, y los Juegos continuaron celebrándose durante varios siglos; los jueces del evento vestían de negro en luto por Ofeltes, y la corona era de perejil en vez de laurel.
Cuando los Siete llegaron a las puertas de Tebas, enviaron a Tideo a exigir que Eteocles abdicase al trono tebano, y cuando él se rehusó, comenzaron los combates. Las tropas argivas atacaron las siete puertas de la ciudad, y cada príncipe se apostó frente a una diferente.
El adivino Tiresias, a quién consultó Eteocles, dijo que los tebanos saldrían victoriosos únicamente si un príncipe de la casa real se sacrificaba voluntariamente a Ares; inmediatamente Meneceo, el hijo de Creonte (que era el hermano de Yocasta), se suicidó. Con esto, Meneceo imitó a su abuelo tocayo, padre de Creonte y Yocasta, que se suicidó para terminar con la plaga que azotaba a Tebas como castigo por el parricidio y el incesto de Edipo, también por orden del longevo Tiresias.
Los tebanos fueron vencidos en una escaramuza, pero luego Capaneo colocó una escalera en las murallas para intentar trepar y fue muerto por un rayo mandado por Zeus, con lo que se interpretó que los dioses estaban de parte de los asediados en la contienda. Entonces los tebanos se envalentonaron y salieron de la ciudad para atacar al ejército argivo. En la batalla subsiguiente murieron Hipomedonte y Partenopeo, mientras que Tideo fue herido de muerte por un tebano llamado Melanipo, con lo que acabó por cumplirse la profecía que quizá lo llevase a asesinar a su hermano en Calidón. La diosa Atenea se compadeció de Tideo y subió al Olimpo para solicitarle a Zeus un elixir que le salvaría la vida; pero Anfiarao, que lo odiaba secretamente, decapitó a Melanipo e hizo que Tideo se comiese sus sesos, lo cual asqueó de tal manera a Atenea que decidió no darle el elixir.
De los Siete sólo quedaban ahora tres: Polinices, Adraste y Anfiarao. Para evitar más muertes, Polinices desafió a su hermano Eteocles a un combate singular. Pero Eteocles y Polinices se mataron el uno al otro, dejando el resultado de la contienda incierto. Los tebanos, capitaneados por Creonte, atacaron a los argivos y los obligaron a desbandarse. Adraste logró retornar sano y salvo a su reino, pero Anfiarao fue perseguido por los tebanos hasta la rivera del río Ismeno y estaba a punto de ser asesinado cuando Zeus hizo que se abriese la tierra y Anfiarao cayó a los Infiernos, donde en adelante se desempeñó como uno de los jueces del tribunal que juzgaba a los mortales muertos.
Creonte se convirtió en rey de Tebas, dio un magnífico funeral de Eteocles y prohibió que los cuerpos de Polinices, Capaneo, Hipomedonte, Tideo y Partenopeo fuesen sepultados, dejándolos a la intemperie. Pero Antígona, hija de Edipo y Yocasta, encendió secretamente una pira e incineró el cuerpo de Polinices. Creonte vio desde su palacio el resplandor del fuego y ordenó a su otro hijo Hemón, con quién Antígona estaba comprometida en casamiento, que la enterrase viva. Una versión es que Hemón cumplió la orden de su padre y luego se ahorcó de remordimientos, mientras que Antígona murió de hambre y sed en su tumba. Según otra versión, Hemón fingió ejecutar la orden, pero se casó con su prima en secreto y la mandó a vivir con los pastores. Tuvieron un hijo, que al llegar a la adolescencia fue a Tebas a participar de unos Juegos fúnebres. Desgraciadamente, Creonte advirtió en su cuerpo -hay que recordar que en Grecia los deportes se practicaban con los atletas completamente desnudos- la marca de la serpiente que llevaban todos los descendientes de Cadmo, el fundador de Tebas, y lo hizo ejecutar a pesar de la intercesión de Hércules, que estaba de visita en la ciudad. Enloquecido por la pena, Hemón mató a Antígona y se suicidó.
Cuando Adraste se enteró de que Creonte se rehusaba a darles honrosa sepultura a los cuerpos de sus compañeros, fue a Atenas como suplicante y convenció al rey Teseo de emprender una segunda expedición contra Tebas. En un ataque sorpresa, Teseo tomó la ciudad, encarceló a Creonte y entregó los restos de Hipomedonte, Partenopeo y Tideo a sus familiares, que los quemaron en una pira común. No obstante, Capaneo fue enterrado en un lugar separado, pues el haber muerto por un rayo de Zeus lo convertía automáticamente en un héroe. Su viuda Evadne, tras enterarse de que no podría descansar junto a él cuando muriera, se suicidó arrojándose a la pira de los otros tres príncipes.

jueves, 20 de septiembre de 2007

La caída del Ministerio

Todos los personajes son de Rowling.

Rufus Scrimgeour estaba sentado en su despacho, leyendo el último informe de los Aurores. En realidad se suponía que estaba leyéndolo, pues lo único que hacía era deslizar sus ojos por las líneas. Por lo que él sabía, podían haberle mandado la receta de una torta, y él no se daría cuenta. Sus pensamientos estaban siempre con Potter. Cómo lograr que Potter lo apoyase, cómo lograr que Potter le revelase todo lo que Albus Dumbledore no había querido contarle a él, el ministro de la Magia.
Scrimgeour era un soldado con mente de político, lo cual, creía él, era mucho menos peligroso que un político con mente de soldado. Había que ganar la guerra convencional contra Ryddle (así lo llamaba él en su fuero íntimo, pese a que jamás osase decirlo en voz alta), pero también había que ganar la guerra psicológica. Ryddle tenía bien claro que para ganar, debía infundir terror en el corazón de los magos y brujas, para conseguir que lo apoyasen o que al menos no se atreviesen a enfrentarlo. Y Scrimgeour tenía bien claro que para ganar debía hacer lo opuesto: infundirles confianza para que luchasen contra Ryddle. Potter era imprescindible para ello, era el Chico Que Vivió, el Elegido. Si él aparecía en público con el ministro de la Magia, significaría un espaldarazo muy fuerte a sus acciones. Rufus Scrimgeour estaba al tanto de que había sido una estupidez mandar a Azkaban a Shunpike y los otros supuestos Mortífagos, y planeaba resolver el asunto discretamente, reduciendo la condena por sus “crímenes” a arresto domiciliario. Pero no podía, como quería Potter, decirle a todo el mundo que ellos eran inocentes y liberarlos, pues debería explicar por qué el Ministerio estaba arrestando inocentes. El hecho de que el medio mágico de mayor alcance, El Profeta, fuese prácticamente la voz del Ministerio, no serviría de nada.
Su estallido de violencia, pocos días atrás, cuando Potter se rehusó una vez más a darle información sobre Dumbledore era algo que lo avergonzaba. Por una vez el soldado se había impuesto sobre el político. Y además lo avergonzaba porque, en el fondo, sabía que Harry Potter era el único capaz de matar a Ryddle. El chico podía resultarle insoportable, pero era la única esperanza del mundo mágico. Scrimgeour sabía bien que Dumbledore le había dado a Potter alguna información clave para destruir a Ryddle, y no quería conocerla para robarle la gloria a Potter, como él parecía sospechar, sino para ayudarlo. Dijese Potter lo que dijese, un adolescente no podía matar a Tom Ryddle sin ayuda de adultos…
Una súbita explosión en el pasillo fuera de su oficina lo sacó de sus pensamientos. Scrimgeour se puso de pie y sacó su varita, pero antes de que pudiera acercarse a la puerta para ver qué pasaba, ésta se abrió de golpe y una voz gritó:
Petrificus totalus!
El ministro fue golpeado por el hechizo y quedó paralizado, de pie detrás de su escritorio. Desde allí, pudo ver a sus atacantes.
Scrimgeour se sorprendió al ver entrar a Pius Thicknesse, jefe del Departamento de Seguridad Mágica. No podía creer que Thicknesse, a quién conocía desde Hogwarts y que era su hombre de confianza, fuese un Mortífago. Pero al cabo de unos segundos vio la expresión ausente en sus ojos y se dio cuenta de que estaba bajo el maleficio Imperius (lo cual no era muy reconfortante).
Detrás de él entró Furius Yaxley, otro funcionario del Departamento de Thicknesse, otro a quien Scrimgeour consideraba leal, pero estaba bien claro, por su expresión alegre, que no actuaba contra su voluntad. Y detrás de Yaxley entraron los dos Mortífagos más buscados por el Ministerio, Bellatrix Lestrange y Severus Snape. Yaxley se le acercó y le quitó la varita de la mano, tras lo cual Thicknesse dijo “Finite” y Scrimgeour recuperó la movilidad y el habla.
-Bueno, Scrimgeour -dijo Bellatrix-, hemos ganado. Tenemos el Ministerio bajo nuestro control. Lo mejor que puedes hacer es renunciar a tu cargo.
-Tendrás que matarme, perra.
Crucio!
La maldición hizo que Scrimgeour se retorciese en el suelo, pero no gritó. Cuando terminó, levantó la mirada hacia Bellatrix y le dijo:
-Tendrás que hacerlo mejor que eso, querida. Yo ya había recibido la maldición Cruciatus decenas de veces antes de que tu amado Voldemort te enseñase a utilizarla…
Furiosa al oír llamar a Lord Voldemort por su nombre, Bellatrix volvió a lanzarle la maldición y la mantuvo durante un rato más largo.
-Alto -dijo una voz fría.
Bellatrix se detuvo y se volvió hacia la puerta. Allí estaba el mismísimo Lord Voldemort.
-Mi señor… No sabía que usted participaría personalmente de la misión -dijo Bellatrix con un tono más humilde.
-Conozco a Scrimgeour y supuse que sería necesario que yo mismo me ocupase de él. Verás, Rufus, no es imprescindible que nos des tu renuncia. Lo que deseamos realmente es que nos reveles el paradero de Harry Potter.
-No sé dónde está -contestó Scrimgeour.
-Sabemos que lo sabes, Rufus. Yaxley nos ha estado informando todo este tiempo de tus idas y venidas. Lamentablemente fuiste a ver a Potter solo, de modo que únicamente tú sabes dónde está. Dínoslo, y seré clemente contigo… te permitiré exiliarte a donde quieras. Después de todo, eres un mago de sangre pura y yo no mato a mis iguales si no puedo evitarlo.
Scrimgeour rió y dijo:
-¡Tu igual! ¡Tú y yo sabemos bien que…!
Crucio!
Ésta vez, Scrimgeour sí gritó. El dolor que había experimentado ante el Cruciatus de Bellatrix Lestrange no era nada comparado con el que sentía con el de Voldemort.
-Bueno, Scrimgeour, espero que eso te haya enseñado a ser menos arrogante cuando te diriges al Señor de las Tinieblas. Ahora, dime dónde está Potter.
-¡Jamás!
Crucio! ¡Crucio! ¡CRUCIO!
Scrimgeour sufría muchísimo, pero no quería doblegarse ante Voldemort. Él continuaba lanzándole el Cruciatus y preguntándole por el paradero de Harry Potter una y otra vez, pero el ministro permanecía en silencio. No obstante, Scrimgeour tenía miedo. Sabía que tarde o temprano emplearían la Legeremancia o el Veritaserum para arrancarle la información. Ryddle prefería usar el Cruciatus por puro sadismo, pero pronto se aburriría y terminaría por utilizar métodos menos dolorosos pero más efectivos. La única salida era hacerlo enfadar lo suficiente para que lo matase de inmediato, sin preocuparse por los datos que le pudiera proporcionar. Así que dijo:
-¡Nunca te lo diré, Ryddle! ¡Jamás! ¡Tendrás que matarme!
-¡Si crees que no voy a hacerlo, Scrimgeour -dijo Voldemort, que parecía estar a punto de perder los estribos-, te equivocas! ¡He matado a magos y brujas mucho mejores que tú sin vacilar!
-¡Hazlo, Ryddle, a mí no me importa! ¡Será divertido estar en el más allá! ¡Quién sabe, quizá me encuentre con tu padre muggle y nos sentemos a tomar el té y hablar de los viejos tiem…!
AVADA KEDAVRA! -gritó Lord Voldemort.
Lo último que vieron los ojos de Scrimgeour antes de que la maldición asesina lo alcanzase fue el rostro de Severus Snape, a quién nadie más miraba. Snape tenía una expresión de ligera satisfacción en el rostro, en vez de temor o ira. ¿Significaba que estaba contento de verlo morir, o que estaba contento de que no le hubiese revelado el paradero de Harry Potter a Ryddle?
Rufus Scrimgeour murió haciéndose esa pregunta.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Valerie Rosier

Continuación de Más varitas y la primera clase de Albus.
Todos los personajes son de Rowling o míos, a excepción de Semiramis Zabini, cuyo nombre inventó Helena Dax, autora del relato El nombre de los Malfoy.

Los días fueron pasando para Albus Potter. Su relación con los otros chicos de Slytherin era desigual. Si bien su amistad con Scorpio Malfoy se profundizaba cada vez más, y había hecho buenas migas con Isaac Prewett, Perseus Flint y Antoine Zabini seguían fríos.
Perseus era un sujeto feo, fornido y malhumorado, obsesionado con el Quidditch (un deporte que a Albus apenas le interesaba, a pesar del fanatismo de sus padres y su hermano James). Antoine era hijo de Blaise Zabini. Al igual que su padre y su abuela, él era un chico bastante atractivo -ya había varias niñas de primero e incluso de segundo que suspiraban precozmente por él-, y desdeñaba el Quidditch. La madre de Antoine era una bruja francesa que su padre había conocido en Beauxbatons. Tras la muerte de Albus Dumbledore, la madre de Blaise Zabini, Semiramis, había comprendido que se aproximaban tiempos muy peligrosos para ella y para su hijo, y había decidido abandonar Inglaterra y partir hacia Italia, el país de donde era oriundo el padre de Blaise, su primer marido, y en donde ellos tenían varias propiedades.
El único inconveniente de Italia era que no había ningún colegio de magia; las opciones era educar a los hijos en casa -ya fuese a manos de los propios padres o de profesores particulares- o mandarlos a alguno de los tres colegios de Europa. Si bien a Blaise le interesaba ir a Durmstrang, Semiramis lo convenció de ir a Beauxbatons, que estaba más cerca de Italia. Allí Blaise hizo su séptimo año y conoció a una joven de sangre pura llamada Isabelle Asset, con quien se puso de novio y se casó al cabo de unos pocos años. Isabelle era hermana mayor de Charlotte, la esposa de Rabastan Lestrange y madre de su hijo Agamemnon, lo cual hacía a Agamemnon y Antoine primos hermanos (pese a ello, no se llevaban muy bien y el hecho de que uno hubiese acabado en Gryffindor y el otro en Slytherin no ayudaría a hacer más calida su relación).
Los cinco chicos de primer año no tardaron en dividirse en dos bloques: por un lado Isaac y Albus, por el otro Antoine y Perseus (unidos más por la poca afinidad que sentían hacia los otros dos que por una profunda amistad), con Scorpio esforzándose por no enemistarse con unos sin perder la amistad de los otros. En rigor, Scorpio se sentía más cercano a Albus e Isaac, pero conocía a Perseus y Antoine desde la infancia pues Draco Malfoy, Blaise Zabini y Marcus Flint frecuentemente intercambiaban visitas y estimulaban a su prole a confraternizar.
Las chicas de primer año de Slytherin eran Valerie Rosier, Portia Nott, Roberta Goyle, Sandra Montague y Adrianne Yaxley. Hasta su tercer día en Hogwarts, Albus no les había prestado mucha atención.
Las cosas cambiaron cuando, al salir de su dormitorio junto a Isaac y Scorpio, dirigiéndose al Gran Salón para desayunar, entró a la sala común y escuchó:
-Es increíble que el Sombrero Seleccionador haya mandado a esa escoria a la Casa de Slytherin.
La voz provenía de los sillones, en donde estaban sentadas las cinco chicas de primer año. Quién había dicho la frase era Valerie Rosier, que estaba de espaldas a los chicos.
De pronto toda la sala común quedó en silencio. Las amigas de Valerie habían visto a Albus, Isaac y Scorpio y no sabían qué hacer, pero también los alumnos de otros años observaban la situación con mucho interés.
Albus comprendió que podían hacer dos cosas. Una era enfrentar a Valerie, y la otra era fingir que lo la habían oído. Él notó que Scorpio e Isaac daban un paso hacia delante, con lo que interpretó que querían hacer lo segundo, pero algo le dijo a Albus que no podía hacerse el tonto ante el insulto que había lanzado Valerie Rosier. Si lo hacía, el resto de la Casa, que probablemente compartía sus opiniones pero no se atrevía a expresarlas abiertamente, lo tomaría como un signo de debilidad. De modo que, con una voz alta y firme, Albus dijo:
-¿A qué escoria te refieres, Valerie?
Valerie Rosier se volteó, con más curiosidad que miedo o sorpresa. Al identificar a Albus, esbozó una sonrisa desafiante y, mirándolo a los ojos, respondió:
-¡Pues a Prewett y a ti, Potter! ¿A quién más?
Albus era hijo de un padre y una madre capaces de aterrorizar a muchos cuando perdían la paciencia, pero no había heredado ese carácter tan fogoso, lo mismo que tampoco había heredado la pasión por el Quidditch. Cuando se enojaba, en vez de dar alaridos como su padre o su madre, sentía una cólera fría, quizá más terrible que la de ellos. Pero ni siquiera ahora, cuando acababa de recibir uno de los peores y más descarados insultos de su vida, Albus estaba enojado. Había algo en Valerie que parecía refrenar su rabia.
Tranquilamente, Albus caminó hacia donde estaba Valerie de modo de poder hablarle mirándola a la cara sin que ella tuviese que voltearse. Una vez que estuvieron frente a frente, le preguntó:
-¿Por qué nos consideras indignos de estar en Slytherin, Valerie?
Valerie estaba bastante irritada con Albus, no sólo por esa calma desconcertante que exhibía, sino, curiosamente, por la forma en que pronunciaba su nombre. Desde que había venido a Gran Bretaña todos los que conocía pronunciaban “Valerie” poniendo el acento en la “A”, a la manera inglesa. En cambio, Albus ponía el acento en la “I”, haciendo que su nombre sonase más francés. Quizá fuese una forma sutil de recordarse que ella había nacido en Francia, hija de una bruja de ese país, pensó Valerie, y le respondió:
-Porque tú eres el hijo de una traidora a la sangre y de un mestizo, y Prewett es nieto de un squib. ¿Hace falta que te recuerde, Potter, que la noble Casa de Slytherin es solo para los de sangre pura?
-¿En serio? ¿Entonces por qué hemos tenido a tantos mestizos en Slytherin?
-¡Quién sabe! ¡Pero siempre les hemos enseñado cuál es su lugar!
-¿Nombrándolos jefes de la Casa como a Severus Snape? -dijo Albus con una sonrisa irónica. Muchos alumnos rieron al darse cuenta del brete en el que había dejado a Valerie. Albus luego le preguntó a Valerie, que lo miraba con odio:- Dices que mi madre es una traidora a la sangre, Valerie. ¿Qué quieres decir con eso?
-¡Qué es una sangre pura que se alía con personas de linaje inferior al de ella! ¡Con muggles, squibs, sangre impura, mestizos, híbridos…!
-Muy interesante. Pero, ¿te das cuenta que, según esa misma definición, tu abuelo también era un traidor a la sangre, así como los padres y abuelos de casi todos los aquí presentes?
-¿CÓMO? -preguntó Valerie, y por un instante, Albus creyó ver que su mano se dirigía hacia donde estaba su varita. Albus también notó que los alumnos que presenciaban éste altercado se ponían tensos.
-Sí, Valerie, pues si aliarse con alguien de linaje “inferior” es traicionar a la sangre, entonces todos los magos y brujas de sangre pura que apoyaron a Tom Ryddle, un mestizo, fueron traidores a la sangre.
Valerie estaba boquiabierta, lo mismo que todas sus amigas de primero y muchos otros alumnos. Sonriendo, Albus le dijo:
-¡Nos vemos en la clase de Longbottom!
Y así, acompañado por Scorpio e Isaac, salió de la sala común de Slytherin. A diferencia de su pelea con James, ésta lo había dejado divertido y satisfecho.

(Tengo que confesar que yo no estoy del todo satisfecho con cómo me salió el enfrentamiento entre Albus y Valerie. Me lo había imaginado más largo anoche en la cama, cuando se me ocurrió. Igual creo que no será la última vez que los veremos pelearse.)

martes, 18 de septiembre de 2007

Un año sin López

Hoy es el primer aniversario de la desaparición de Jorge Julio López, y aunque duela decirlo, creo que jamás va a aparecer, ni vivo ni muerto. Esa es la clave para sus secuestradores: que no aparezca. Una desaparición genera más miedo que un asesinato, porque es una incógnita.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Matrimonio y adopción gay

Hoy vuelvo a sentirme intelectualmente perezoso, así que voy a publicar un texto que no es de mi autoría pero que me gustó mucho. Es algo que escribió una participante de ElForro en un thread sobre si las parejas del mismo sexo deberían o no tener derecho a casarse y adoptar hijos. Quiero ponerla acá para demostrar que en ElForro no hay solamente fachos impresentables como m_mpro, el autor de aquel texto en que se comparaba a Kirchner y Videla, y de aquel en el que se pedía una segunda “guerra sucia”, sino muchos chicos y chicas inteligentes con los que vale la pena discutir.

Lo que me resulta más divertido de las personas que están en contra hasta el horror del matrimonio, la adopción y básicamente cualquier cosa que haga una persona gay, es que siempre afirman después “esa es mi opinión y nunca va a cambiar”. Qué mediocre y pobre es renunciar de plano a cualquier posibilidad de cambio (ni siquiera voy a decir de mejora) considerando que todos cambiamos todo el tiempo, no? Pero bueno, a palabras necias…
Obviamente el matrimonio es una institución civil (jamás en la vida se me ocurriría casarme por iglesia o cualquier otra institución que piense que el sexo es un pecado y justifique y hasta aliente la discriminación. Muy linda arquitectura, cool lo del vestido blanco y las tradiciones tontas pero bonitas, pero yo paso). Por lo tanto, si se niega a los gays la posibilidad de casarse, se les está negando su derecho de ciudadanos. Loco, no? En cualquier momento se avivan y nos quitan el derecho a voto también. Habrá que mostrar certificado de heterosexualidad en las urnas? Hablando en serio, es inaceptable no poder hacer cosas básicas como darle nuestra obra social o herencia a nuestra pareja de años. Es inaceptable el pensamiento retrógrado que nos priva de poder beneficiar y cuidar a las personas que amamos en el caso de una eventualidad.
Más allá de la institución como matrimonio, porque la verdad para mí es solo un bonito ritual con poco significado (solo un buen gesto, digamos), hay que considerar esos aspectos prácticos. La legislación argentina respecto a la herencia, por ejemplo, es irracional en ese sentido.
Y con respecto a la adopción:
  1. Soy docente de una escuela privada de chicos “socialmente favorecidos” por así decirlo, y doy fe de que algunas familias heterosexuales tradicionales pueden ser lo peor que le pasa a un niño en la vida. Me consta que ni mi pareja ni yo trataríamos a un niño como si fuera un paquete que se deposita en escuelas y actividades varias para sacárnoslo de encima, para mencionar lo “menos peor” que se ve. Ni hablar de los casos en los que los tan respetables padres hetero humillan, golpean y vejan de maneras repugnantes a sus hijos. Pero está todo bien porque ellos son hetero y por eso pueden tenerlos o adoptarlos?
  2. Lo más importante que se le puede dar a un niño es muchísimo amor y respeto por sí mismo y por los que son diferentes a él. Creo que eso se les puede transmitir independientemente de la sexualidad de sus padres/madres.
  3. Lo de que los otros chicos los carguen o discriminen es relativo. Primero, un niño amado por sus padres es un niño seguro al que no afecta tan fácilmente la estupidez ajena. Segundo, los niños no ven la homosexualidad como algo “aberrante” o por lo que se puede cargar a otro por naturaleza. Aprenden a verlo así de su entorno, especialmente de su familia. Con lo cual, volvemos a que el problema no es que los gays adopten hijos sino que los heterosexuales críen hijos discriminadores, cerrados y temerosos de lo diferente. Entonces, quién estaría siendo el mal padre?
  4. Es ilógico que si mi pareja y yo queremos adoptar un hijo, solo podamos hacerlo como “mujer soltera” porque una de las dos no tendría derechos legales (y con eso, la posibilidad de brindarle una obra social y demás beneficios al niño o de quedarse con la tenencia en el caso de la muerte de la otra) sobre el niño. O sea, el nene igual tendría dos mamás en la práctica, que lo adoran y lo crían toda su vida pero si, por ejemplo, cuando tiene 7 años la mamá que hizo la adopción legal falleciera, él se iría a vivir con los abuelos en lugar de con su otra madre, la persona que lo crío?? O si no tuviera abuelos u otros familiares, terminaría en un orfanato cuando tiene otra madre que lo ama? Perdón, pero es ridículo y malo para la criatura. Las leyes no contemplan el bienestar del niño, solo los estúpidos prejuicios sociales de gente descerebrada.
  5. Lo mismo pasaría si una de las dos decidiera tener un hijo biológico mediante inseminación, por ejemplo. La misma carencia de derechos compartidos sobre un hijo que es un deseo y un proyecto mutuo.
  6. Los hijos de padres homosexuales no se vuelven gay. Se vuelven lo que quieran ser porque saben que sus padres/madres los van a apoyar siempre y no puedo decir lo mismo de los padres heterosexuales. Crecen con una mentalidad más abierta y menos prejuicios.
  7. Eso de a un niño lo tienen que criar una mamá y un papá es por lo menos falso en la práctica. Madres/ padres solter@s a quienes no les interesa buscarle otro papá o mamá al nene sobran. Seguro que para cualquier niño es sano tener modelos tanto femeninos como masculinos, pero alguno realmente piensa que las lesbianas no tienen parientes o amigos cercanos hombres? O los gays mujeres? Al hijo de una pareja gay no se le restringe el contacto con gente del sexo opuesto al de sus padres!

domingo, 16 de septiembre de 2007

Más varitas y la primera clase de Albus

Continuación de La varita de Norberta.
Casi todos los personajes son de Rowling, pese a que hace semanas que estoy tratando de lavarles el cerebro para que digan que son míos.

En el camino a la clase del profesor MacMillan, Albus se encontró con Scorpio.
-¿Dónde estabas? -preguntó Scorpio con curiosidad.
-Con Rubeus Hagrid, el profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas.
-¿El semigigante? Mi padre no puede oír a nadie nombrarlo sin ponerse a refunfuñar sobre ciertos “escorbutos de cola explosiva” o lo que sean… Me ha dicho que es un tipo peligroso.
-¡Tonterías, es totalmente inofensivo! Es uno de los mejores amigos de papá; de hecho, fue él quien lo rescató de la casa de mis abuelos, después de que Ryddle los matase, y fue él quien después le informó que era un mago y lo llevó al callejón Diagon por primera vez. Papá lo adora.
-Bueno, supongo que es por eso que mi padre lo odia tanto… -Y, queriendo cambiar de tema, le comentó a Albus:- Dentro de poco usaremos las varitas por primera vez para luchar. ¿De qué está hecha la tuya?
-Nervio de dragón y nogal.
-La mía es de garra de hipogrifo y roble.
-¿Garra de hipogrifo? Pensé que Ollivander sólo usaba materiales de fénix, dragones y unicornios para hacer sus varitas.
-Mi padre me contó que hace pocos años decidió ampliar su criterio, pues le resultaba difícil encontrar materiales de tan solo esas tres criaturas mágicas. Ahora usa pelo de veela, garras de hipogrifo y colmillos de acromántula. También parece que ha utilizado colmillos de basilisco para hacer varitas, pero de esas hay muy pocas, pues el último basilisco conocido era el que estaba encerrado en la Cámara Secreta y que tu padre mató en 1992. Después de la muerte de Ryddle, lo primero que Ollivander hizo tras reabrir su tienda fue correr a Hogwarts a buscar los colmillos de ese basilisco. Me hubiese gustado recibir una de esas varitas, pero cuando mi padre convenció a Ollivander de que me la hiciese probar, me rechazó. La que me eligió fue la de hipogrifo, y por algún motivo eso molestó muchísimo a mi padre. No sé por qué no le gustan los hipogrifos.
Scorpio y Albus llegaron al salón donde Ernie MacMillan daba sus clases y entraron. Allí ya estaban sus compañeros de primero de Slytherin, junto con los de primero de Ravenclaw. Albus divisó a Rose, sentada con una chica rubia a quien no pudo identificar, y la saludó con una sonrisa. Rose se la devolvió con más timidez.
Albus y Scorpio acababan de sentarse en sus bancos cuando entró MacMillan. Era un hombre rubio, un poco regordete y con aspecto muy serio. Se sentó en su escritorio y, tras saludarlos, dijo:
-Yo soy su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. He ocupado mi cargo desde que Servilia Crouch renunció a él para convertirse en directora de Hogwarts hace dos años.
“Gran Bretaña no ha debido enfrentar a un mago oscuro desde la derrota y muerte de Tom Sorvolo Ryddle, alias Lord Voldemort, en 1998. Pero si hay un defecto en los magos de éste país es el hecho de que creen que la paz es permanente. En los casi 30 años que pasaron entre la derrota de Gellert Grindelwald en 1945 y el primer asesinato cometido por Ryddle en 1972, nadie consideró seriamente la posibilidad de que surgiese otro mago oscuro, y por lo tanto las exigencias en torno a la defensa contra las Artes Oscuras fueron cada vez más laxas. Nunca se creyó que tendríamos que volver a enfrentarlas, por lo que a nadie le preocupaba demasiado prepararse para ello.
“Lo mismo ocurrió cuando Ryddle “murió” en 1981. Después de casi 10 años de una guerra muchísimo más feroz que la que libraron contra Grindelwald, los magos y brujas del país se dedicaron a disfrutar de los años de paz sin preocuparse por el mañana. Cuando Ryddle recuperó su cuerpo en 1994 el Ministerio tardó más de un año en reconocer que había vuelto, y había pasado ese año intentando impedir que los estudiantes de Hogwarts aprendiésemos Defensa Contra las Artes Oscuras. Los errores fueron muchos y fueron fatales. Muchos buenos magos y brujas seguirían vivos de no ser por ellos.
“Yo nací en 1980, de modo que fui testigo directo de la segunda guerra contra Tom Ryddle. Fui víctima de la incompetencia del Ministerio de aquel entonces, y me prometí que si alguna vez llegaba a ocupar algún puesto de decisión, haría lo posible por no repetir sus errores. Por suerte, tenemos un gran ministro de la Magia, Kingsley Shacklebolt, y él no se opone en absoluto a que les enseñemos todo lo necesario para enfrentarse a la magia oscura.
“Saquen sus varitas y pasen al frente.
Albus, Scorpio, Rose y los demás alumnos se levantaron de sus pupitres y se acercaron al gran espacio vacío que había entre los bancos y el escritorio de MacMillan.
-Hoy practicaremos uno de los hechizos más fáciles y más útiles: el Expelliarmus. ¿Alguien podría decirme para qué sirve?
Rose levantó rápidamente la mano.
-¿Cómo te llamas?
-Rose Weasley, profesor.
-Bueno, Rose, dinos para qué se usa el Expelliarmus.
-Para quitarle la varita al oponente en un duelo.
-Cinco puntos para Ravenclaw. Efectivamente, el Expelliarmus se usa para desarmar a un enemigo, lo cual es extraordinariamente eficaz en algunas situaciones, pero no tanto en otras. ¿Podría alguien decirnos por qué?
Albus levantó la mano.
-¿Eres Albus Potter, verdad? -preguntó MacMillan.
Albus asintió en silencio.
-De acuerdo, Albus, responde la pregunta.
-Si uno está luchando contra un solo mago, quitarle la varita permite ganar la batalla, pero si uno lucha contra varios, puede desarmar a uno pero el otro o los otros pueden atacarlo mientras lo hace.
-Exactamente, Albus. Diez puntos para Slytherin. Ahora quiero que se junten en parejas y se turnen para intentar desarmarse. No usen el Expelliarmus el uno contra el otro al mismo tiempo porque ambos podrían salir despedidos hacia atrás. Pueden comenzar.
Albus y Scorpio, naturalmente, se pusieron juntos para practicar el Expelliarmus, y lo mismo hicieron Rose y la chica rubia amiga suya. Al rato, el salón se llenó de gritos de “¡Expelliarmus!”. Rose fue la primera en lograr desarmar a su oponente (en su segundo intento), y recibió otros cinco puntos de MacMillan. En cuanto a Albus, él debió probar cuatro veces, pero ya en la primera él notó que la varita de Scorpio temblaba en su mano. Scorpio tardó también cuatro veces.
Al principio, se entretuvieron mucho desarmándose el uno al otro, pero al cabo de un rato el ejercicio se hizo demasiado aburrido y repetitivo y se pusieron a mirar los progresos de resto de la clase. Los amigos vieron que todos estaban muy enfrascados en la práctica, a excepción de un chico de pelo negro, de Ravenclaw, que se había acercado al escritorio del profesor.
Ellos notaron que el chico no le hablaba al profesor sino que le estaba escribiendo algo en un pergamino. Con curiosidad, Albus se acercó a su prima y le preguntó por él.
-Oh, se llama Livius Black. Me parece que es mudo, pues no es la primera vez que lo veo escribiendo notas para comunicarse con los demás.
-Entonces, ¿cómo podrá estudiar en Hogwarts?
-Bueno, no es necesario poder hablar para hacer magia: existen hechizos no verbales, y además están las pociones… Imagino que el profesor MacMillan tendrá que darle clases particulares para que no se quede rezagado.
Viendo que la amiga de Rose había quedado al margen de la conversación, Albus dijo:
-¿Podrías presentarme a tu amiga?
-¡Ah, sí, casi lo olvidaba! Irene, te presento a mi primo Albus Potter. Albus, te presento a Irene MacMillan.
-¿Eres pariente del profesor? -preguntó Albus,
-Soy su hija.
-Debe ser raro que tu papá te de clases.
-Entonces prepárate, porque mi papá me contó que en tercer año él siempre invita a tu papá a dar una clase sobre Dementores y Patronus.
Albus rió y luego vio que Scorpio se les había acercado.
-Él es Scorpio Malfoy -dijo Albus, presentándoselos-. Scorpio, ellas son mi prima Rose Weasley y su amiga Irene MacMillan.
Los tres se saludaron con timidez. Esto no solamente se debía al hecho de que los padres de Rose e Irene no eran amigos de Draco Malfoy, sino también a que las relaciones de la Casa de Slytherin con la de Ravenclaw no eran muy cálidas. No había una rivalidad constante como en el caso de Gryffindor, o desprecio mal ocultado como con Hufflepuff, pero la desconfianza era inevitable. Pero antes de que pudiesen seguir charlando, el profesor MacMillan se acercó a ellos.
-Irene, Rose, Albus, Scorpio, sigan practicando el Expelliarmus. Podrán hablar todo lo que quieran después de clases.

sábado, 15 de septiembre de 2007

La varita de Norberta

Continuación de Reunión de profesores.
Casi todos los personajes son de la señora Rowling, yo solamente los tengo secuestrados para usarlos en mi blog. Si les gusta el relato, por favor dejen comentarios. Y si no, al menos dejen comentarios insultándome...
(Cometí un error en cuanto al material del que está hecha la varita de Albus y lo corregí; sorry)

Al día siguiente, Albus despertó creyendo que lo que había sucedido la noche anterior -el haber llegado a Hogwarts, haber sido sorteado con increíble rapidez en Slytherin, el haber conocido al hijo de quien había peor enemigo de su padre en el colegio y el haber descubierto que podía hablar pársel- era un sueño. Pero la mortecina luz verde del dormitorio de los estudiantes de primer año de Slytherin lo convenció de que todo había sido real.
Albus saludó con un movimiento de cabeza a Isaac Prewett, Perseus Flint y Antoine Zabini, y ellos le respondieron de la misma manera, pero ninguno quiso entablar conversación con él. Quién sí le dio los buenos días verbalmente fue Scorpio Malfoy, quién lo miró con una sonrisa cómplice o quizá incluso cariñosa.
-¿Qué clases tendremos hoy? -preguntó Albus más tarde, mientras desayunaban en el Gran Salón.
-Bueno, parece que Slughorn bebió más vino de la cuenta anoche después de la cena y no podrá darnos clases hoy, de modo que solamente tendremos Defensa Contra las Artes Oscuras con MacMillan.
-¿Sabes si es buen profesor?
-Dicen que sí, aunque no es nada del otro mundo. Oí que se jacta de que tu padre fue su profesor en esa materia en quinto año.
-Es cierto, aunque papá insiste en que él no les daba clases sino que practicaban Defensa Contra las Artes Oscuras juntos.
-La famosa modestia de Harry Potter… -dijo Scorpio con un dejo de ironía pero sin la crueldad típica de su padre.
Albus estaba distraído mirando hacia la mesa de Gryffindor, donde estaba sentado su hermano James. “James II” seguía pareciendo tan decepcionado como en la cena de la noche anterior, pero no miraba a su hermano en absoluto. Albus sintió el impulso de levantarse y acercarse a la mesa de Gryffindor para hablar con él, pero pronto desechó la idea. La rivalidad entre Slytherin y Gryffindor era demasiado grande como para que un Slytherin se atreviese a acercarse a la mesa de la otra Casa. Debería esperar a que su hermano estuviese solo.

Albus recién tuvo la oportunidad de hablar con su hermano James cuando fue a tomar el té en la cabaña de Hagrid. Él conocía a Hagrid de toda la vida, y por eso le extrañó su actitud algo desconfiada cuando le abrió la puerta. Seguramente por ser un Slytherin, pensó.
Pero el cambio de actitud de Hagrid no era nada comparado con el de James, que también había sido invitado a tomar el té y ya estaba allí cuando Albus llegó; James le lanzó una mirada que, de no provenir de quien provenía, Albus hubiese tomado como de odio.
-Vaya, Al, finalmente terminaste en Slytherin. Nunca hubiese esperado eso de ti.
-No fue decisión mía. El Sombrero me envió allí instantáneamente, tú lo viste.
-Debes tener los típicos rasgos de un Slytherin: traicionero, cobarde, amante de las Artes Oscuras y fanático de la pureza de la sangre…
-¡James, ¿cómo puedes decirle esas cosas a tu hermano?! -exclamó Hagrid.
-¡No lo digo yo, lo dicen todos! ¡Todos en nuestra familia han estado en Gryffindor! ¡Papá, mamá, yo, nuestros abuelos, nuestros tíos, nuestros primos…!
-Olvidas que la tía Penélope era de Ravenclaw, y que Rose ha sido sorteada allí también -dijo Albus fríamente.
-¡Es preferible eso antes que ser un Slytherin! ¡Ryddle estaba en Slytherin, Al! ¡Él mató a nuestros abuelos y a nuestro tío Fred!
-En realidad Fred no murió a manos de Ryddle, James, lo mató uno de sus Mortífagos.
-¡Es igual! ¡Todos los enemigos de nuestra familia han estado en Slytherin!
-Salvo Peter Pettigrew: él estaba en tu amada Casa de Gryffindor, y eso no evitó que entregase a nuestros abuelos a Ryddle y que lo ayudase a recuperar su cuerpo.
Hagrid estaba realmente nervioso ante el enfrentamiento entre los hermanos. Nunca hubiese imaginado que una simple visita de James y Albus, a quienes conocía desde que nacieron, pudiese terminar en algo así. Pero antes de que intentase intervenir para calmar los ánimos, James se puso de pie y salió, furioso, de la cabaña.
Hagrid salió a la puerta y gritó “¡James, espera!”, pero fue infructuoso. Desanimado, entró a su casa nuevamente y miró a Albus.
-No te preocupes, Al, seguramente recapacitará.
-Tienes razón, Hagrid, pero hasta entonces no pienso darle el gusto de dejar que me afecten sus idioteces.
-Lo del Sombrero… nos dejó a todos muy sorprendidos, Al.
-No te preocupes, sigo siendo el mismo de siempre, Hagrid. No me he convertido en el nuevo Señor de las Tinieblas -repuso Albus con una risita.
-¿Has hecho amigos en Slytherin?
-Tal vez. En cualquier caso, todavía no he hecho enemigos.
-Me alegra. Yo estuve en Gryffindor, y nunca me llevé bien con los de Slytherin, pero siempre he tratado de ser ecuánime con ellos, como profesor.
-Hay algo que olvidé contarte -dijo Albus, cambiando de tema-, y que quizá te interese: mi nueva varita tiene nervio del corazón de un dragón en su núcleo.
-Recuerdo que la de tu padre tenía una pluma de fénix… ahora que lo recuerdo, era de Fawkes, el fénix de Dumbledore.
-Bueno, éste nervio es de otro animal mágico que tú conoces bien…
-¿Podría ser…? No, no creo que sea… ella.
-Sí, Hagrid: el nervio es de Norberta. Mi tío Charlie me contó sobre ella y me dijo que el señor Ollivander había hecho unas cuantas varitas con su corazón cuando murió. Así que cuando Ollivander me ofreció una varita hecha de nervio de dragón, le pregunté si era de Norberta y me dijo que sí.
-Imagino que Norberta estaría encantada si lo supiera… ¡Cómo la extraño! Apenas hice un viaje a Rumania para verla, en el ’99 o en el 2000, no lo recuerdo muy bien, y parecía más feliz que nunca. Charlie me contó que le consiguió una pareja y que llegaron a tener crías, pero nunca he tenido tiempo de hacer otro viaje a Rumania para verlas…
Durante un largo rato, Hagrid se la pasó contándole a Albus sobre aquella dragona (que él durante años había considerado un dragón y llamado Norberto) que adquirió durante el primer año de su padre en Hogwarts y sobre cómo la había visto nacer y la había criado durante unos pocos días hasta que Charlie Weasley se la había llevado a Rumania. Albus conocía bien la historia, pero se alegró de poder distraerse del reciente enfrentamiento con James y lo dejó hablar a sus anchas hasta que se dio cuenta de que era hora de su primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras con Ernie MacMillan y debió irse.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Paul Kellerman imita a la Resistencia francesa en Prison Break

Ésta es, para mí, una de las mejores escenas de la, literalmente, adictiva serie Prison Break, de FOX. En ella vemos la muerte de Paul Kellerman, uno de los personajes más complejos del programa. Al principio Kellerman trabaja para una de las principales villanas de la serie, la vicepresidenta estadounidense Caroline Reynolds (que más tarde se convierte en presidenta mediante unas gotas de veneno en el agua mineral de su antecesor). Obedeciendo órdenes de Reynolds, él hace muchas atrocidades -practicamente llega a tratar de asesinar a todos los protagonistas en un momento u otro-, pero cuando fracasa en la misión de matar a Sara Tancredi, sus jefes le sueltan la mano. Ésto hace que Kellerman se pase al bando de los buenos, más que nada por venganza. Al final, cuando Sara es procesada, Kellerman se presenta en el juicio y testifica para exponer la gran conspiración de Reynolds y una importante empresa multinacional (llamada simplemente “La Compañía”), que es el elemento en torno al cual gira toda la trama de la serie. Después, como se ve en el video, Kellerman es asesinado. Lo que hace ésta escena tan memorable es lo que dice Kellerman antes de morir: que entre los miembros de la Resistencia francesa, durante la Segunda Guerra Mundial, el mayor honor era sonreir al ser fusilado por un escuadrón nazi...

jueves, 13 de septiembre de 2007

La profesora de piano (2001)

Anoche, en I.Sat, pude ver por fin otra película del autríaco Michael Haneke. En mayo del año pasado, cuando estaba viviendo en La Plata, estaban dando un ciclo de películas suyas, pero no pude verlas a todas porque tuve que venir a Pergamino repentinamente.
La protagonista es Erika (Isabelle Huppert), una pianista que se mueve en tres ámbitos de su vida mostrando tres facetas muy diferentes. Por un lado, en el ámbito familiar, es una mujer que vive en un pequeño departamento con una madre dominante y sobreprotectora, con quien tiene una relación enfermiza y casi incestuosa (sobre todo por el hecho de que duermen en la misma cama).
Por el otro lado, en el ámbito laboral, es una de las pianistas más respetadas de la ciudad y trabaja en un conservatorio dando lecciones de piano. La hija obediente que es en su casa se convierte en una profesora absolutamente fría, dura y despiadada a la hora de dar clases, siendo casi incapaz de dejar de marcar los errores a sus alumnos.
En el ámbito sexual, Erika desahoga sus frustraciones mediante incursiones a un mundo de voyeurismo, sex-shops y sadomasoquismo. Erika mantiene los tres ambitos de su vida celosamente separados, hasta que conoce a Walter, un joven estudiante de Ingeniería que se anota para sus clases después de escuchar uno de sus conciertos y quedar deslumbrado. A Erika al principio le desagrada el carácter de Walter, pero eventualmente termina por ceder a sus avances e intenta cumplir sus fantasías con él. Ésto da inicio a una relación extraña, basada en el sometimiento de uno sobre el otro, que Haneke nos va exhibiendo a lo largo del film.
Yo no me considero un experto en Haneke, apenas vi dos películas suyas aparte de ésta, Benny’s video y Cachè, pero de todas formas llegué a distinguir un rasgo común en la dirección de las tres. En todas, Haneke nos muestra la historia con un gran distanciamiento, no deseando que nos identifiquemos con los personajes sino que analicemos sus acciones como si fuesemos investigadores de la conducta humana que están simplemente frente a otro caso clínico.
Calificación: 8

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Icarus en llamas

Sí, ya se que no es original llamar Icarus a un personaje como el protagonista de mi historia, tan parecido al Ícaro de los mitos griegos, pero no pude resistir la tentación. Todos los personajes menos él y Benedict Diggory son de J. K. Rowling. Espero que les guste.

Icarus Hunter estaba muy satisfecho consigo mismo. Sus méritos lo habían ayudado a avanzar enormemente en su carrera en el Ministerio de la Magia hasta llegar a ser nombrado jefe del Departamento de Cooperación Mágica Internacional. Lo notable no era el cargo en sí (no se trataba de un puesto muy apetecible), sino el hecho de que Hunter fuese el primer mago hijo de muggles en ser designado jefe de Departamento. Los Black, los Lestrange, los Malfoy, los Avery, los Rosier, los Crabbe, los Goyle y otras familias de sangre pura habían refunfuñado bastante al enterarse del nombramiento. No es que ninguno de ellos quisiera ser jefe de ese Departamento: simplemente no querían que un hijo de muggles lo fuese.
Durante los siguientes 7 años, Hunter se había dedicado prolijamente a hacer una gestión eficiente al frente del Departamento, pues no solo quería evitar que sus detractores le quitasen el puesto, sino que incluso quería continuar su ascenso hacia cargos más importantes. Hunter había sido puesto en Ravenclaw por el Sombrero Seleccionador, pero era en términos de ambición un auténtico Slytherin. Hunter mantuvo un alto perfil (tenía muchos periodistas amigos dispuestos a darle espacio en las páginas de El Profeta) y se ocupó de mostrarse como un funcionario activo y muy eficaz. Sus reuniones con representantes de comunidades mágicas de otros países -en muchos casos, se trataba de sus primeros contactos con la comunidad británica- eran seguidas con mucho interés. El año anterior, Hunter había anunciado sus planes para volver a celebrar el Torneo de los Tres Magos, y a los pocos meses había conseguido la aprobación de los directores de Hogwarts y Beauxbatons; sólo el director de Durmstrang seguía renuente.
Todo éste trajín había servido para colocar a Hunter en el centro de la escena política, y unos días atrás había salido un artículo en El Profeta en el que se hablaba de la posibilidad de que el ministro de la Magia se retirase. El periódico mencionaba varios nombres, y entre ellos estaba nada más y nada menos que el de Icarus Hunter (ciertamente era útil tener amigos periodistas, pensó el jefe del Departamento de Cooperación Mágica Internacional cuando leyó el texto).
La reacción de las familias de sangre pura no se había hecho esperar, y lo que antes habían sido gruñidos se convirtió en un clamor de rugidos. ¿Cómo un sangre impura osaba aspirar a dirigir la comunidad mágica? ¿Cómo tantos magos de sangre pura podían apoyarlo? ¿Y cómo, en primer lugar, había llegado el sangre impura a ser jefe de Departamento? La polémica no preocupaba a Hunter, sino todo lo contrario: todo este fuego verbal lo hacía destacarse aún más entre los ministeriables. Si los magos de sangre pura hubiesen sido más discretos en sus ataques contra Hunter, y se hubiesen limitado a hacer lobby en el Ministerio, hubiesen tenido más posibilidades de éxito; ahora si él no sucedía al ministro, todos creerían que él había sido rechazado por su status de hijo de muggles. Todo era ganancia.
Hunter sólo se lamentaba de una cosa: carecer casi completamente de amigos. No es que fuese un antisocial; era imposible ascender en el Ministerio sin tener capacidad para llevase bien con todo el mundo. Pero se trataba de amistades muy poco firmes, basadas más bien en la simpatía que en la afinidad. La única persona con quien tenía algo similar a una amistad era su secretario, Benedict Diggory. Benedict tenía casi 20 años menos que su jefe, era de sangre pura y había estado en Slytherin, pero ambos se parecían mucho en cuanto a la ambición y la inteligencia. Hunter se consideraba su mentor y le agradaba la idea de ir formándolo para que siguiese sus pasos. Pero, pensaba Hunter a veces, era una lástima que su trabajo lo forzase a pasar más tiempo con su secretario que con sus padres o sus parejas ocasionales.
Esa noche, Hunter y Benedict regresaban del Ministerio, pero eso no significaba que hubiesen terminado de trabajar: aún les quedaban dos o tres horas más de papeleo y deberían pasarlas en la casa de Hunter, pues generalmente no se permitía a los funcionarios quedarse en el Ministerio durante la noche.
Hunter abrió la puerta a su secretario mientras le decía:
-Bueno, Diggory, debemos comenzar escribiendo un informe para el ministro sobre la reunión con el director de Durm…
Pero sus palabras fueron cortadas por una voz fría y alta que gritó desde el interior:
Petrificus totalus!
El hechizo golpeó al mago y lo dejó paralizado instantáneamente. Benedict intentó sacar su varita, pero un segundo hechizo salió del mismo lugar y le dio. Un hombre encapuchado salió de la oscuridad de la vivienda y, con un movimiento de varita, encendió las luces de la casa de Hunter, permitiendo que ambos lo vieran. Tenía la piel tan blanca como la leche, era calvo y muy delgado y huesudo. Lo más aterrador de todo eran sus ojos, cuyo color anormalmente rojo hacía que se resaltasen muchísimo en un rostro tan blanco.
-Icarus Hunter… -dijo el mago-. Qué placer es conocerte por fin. He pasado muchos años alejado de la comunidad mágica, por lo que no me he mantenido al tanto de los acontecimientos políticos; imaginarás entonces mi sorpresa cuando retorné a Inglaterra y descubrí que mis compatriotas estaban a punto de designar a un sangre impura ministro de la Magia.
“‘¡Qué increíble cambio!’, pensé. ‘¿Los mismos magos y brujas que despreciaban a los sangre impura como Hunter ahora quieren ponerlo al frente de la comunidad? ¿Qué puede haber pasado?’ Y pronto me di cuenta: la culpa es tuya, por supuesto, dado que durante años has estado trepando lentamente hacia el poder, pero también es culpa de otros magos, magos de linaje decente, que no han mantenido la adecuada vigilancia sobre ustedes, los sangre impura. Y de magos como ese Albus Dumbledore, que apoyan el ascenso de los sangre impura. Entonces me dije a mi mismo: ‘¡Debo hacer algo para cambiar la situación, por el bien de los magos de sangre pura como yo!’ Y aquí estoy, Hunter.
El mago oscuro luego dijo “Levicorpus” y Benedict y Hunter fueron levantados y levitaron al interior de la casa, cuya puerta se cerró. Luego se aproximó a la chimenea, utilizó un Incendio para encender los leños, utilizó el hechizo Muffliato para evitar que sus rehenes escuchasen lo que decía, arrojó un puñado de polvos Flu al fuego y dijo “Mansión Malfoy”.
Pronto el mago pudo ver la cabeza encapuchada y enmascarada de un hombre, a quien llamó:
-Abraxas. Los tengo conmigo en su casa. Vengan.
El mago se alejó de la chimenea, y después de unos segundos un grupo de magos fueron saliendo de las llamas. Todos llevaban capas y capuchas negras y máscaras metálicas que cubrían sus rostros. Cuando el último de ellos, una mujer joven por lo que se adivinaba a través de la ropa, salió del fuego, el mago oscuro habló:
-Mis leales seguidores, los he llamado aquí esta noche porque estamos a punto de presenciar un momento histórico. El momento en el que acabará para siempre la perniciosa influencia de los sangre impura sobre nuestra comunidad, y retornará la hegemonía de nosotros, los magos de sangre pura. Sólo nosotros tenemos derecho a conocer los secretos de la magia, sólo nosotros tenemos derecho a gobernar el mundo. ¡Y sólo nosotros tenemos derecho a aspirar a los cargos más altos y honorables! ¡Éste sangre impura osó intentar elevarse por encima de su posición natural, y ahora pagará! ¡Y ustedes serán testigos de su castigo! ¡Crucio!
Durante la siguiente hora, el mago oscuro torturó a Icarus Hunter con el maleficio Cruciatus. Sería bastante triste relatar aquí cómo aquel mago hijo de muggles fue quebrado por el dolor y por la tortura psicológica a la que lo sometió su victimario, prometiéndole perdonarlo para luego reanudar la faena. Hunter se fue precipitando cada vez más hacia la desesperación por poner fin al dolor, aún cuando esto significase la muerte.
Finalmente, el mago oscuro se detuvo, se inclinó y le susurró suavemente al oído a Hunter:
-¿Quieres que termine? Pídelo y lo haré.
-Sí -contestó Hunter con lo que le quedaba de voz. El mago oscuro se enderezó y dijo, dirigiéndose a los testigos:
-Siglos atrás, los muggles solían quemar vivos a los magos y brujas. Es cierto que era fácil para muchos escapar de las llamas, pero quienes eran capturados sin varita debían arder. Es justo que ahora éste muggle sufra el mismo castigo que sus congéneres infringieron a nuestros antepasados.
Y antes de que Hunter comprendiese lo que iba a pasar, el mago oscuro le apuntó con su varita y gritó:
Incendio!
Una vez más, Hunter gritó con todas sus fuerzas y se retorció, pero el mago oscuro le lanzó un Impedimenta para evitar que se moviese y quemase el resto de la casa. Así, Hunter se carbonizó lentamente frente a los ojos del mago oscuro, sus seguidores y Benedict, que seguía paralizado.
Cuando Hunter murió, el mago oscuro se dirigió a sus seguidores.
-Váyanse. Yo me ocuparé del muchacho.
Uno a uno, los magos entraron en las llamas y desaparecieron. Cuando el último se fue, el mago oscuro se volvió hacia Benedict, que había debido observar el suplicio de su jefe sin intervenir.
-Veamos quién eres, muchacho. ¡Legilimens!
Fue como si la habitación desapareciera. En un par de segundos, todos los recuerdos de Benedict Diggory desfilaron frente a sus ojos, y los del mago oscuro. Una vez más, Benedict jugaba con su hermano Amos en el jardín de su casa. De nuevo experimentaba su primer estallido involuntario de magia. De nuevo entraba al local del señor Ollivander a comprar su varita. De nuevo estaba sentado en el medio del Gran Salón mientras el Sombrero Seleccionador, posado sobre su cabeza, gritaba “¡SLYTHERIN!”. De nuevo jugaba su primer partido de Quidditch, como buscador, y atrapaba la snitch. De nuevo besaba por primera vez a una chica. De nuevo su padre le anunciaba que le había conseguido trabajo como secretario de Icarus Hunter. Y de nuevo él e Icarus entraban en su casa, para encontrarse con el ser horroroso que los esperaba adentro…
-Bueno, Benedict, parece que hoy es tu día de suerte. Como yo, eres un Slytherin de sangre pura. No voy a matarte. No: tú tendrás la misión de contarle a todo el mundo lo que ocurrió aquí. Y si te preguntan quién soy… -añadió con una sonrisa cruel- bueno, digamos que la respuesta está bajo tus narices.
El mago oscuro se acercó más a Benedict y, con un nuevo movimiento de su varita, desgarró su túnica y la camisa que llevaba debajo, dejando su pecho desnudo. A continuación, el hombre dijo “¡Sectumsempra!”, y Benedict sintió como si un cuchillo, invisible para él, estuviese tajeando su pecho. Los cortes fueron rápidos, y al poco tiempo Benedict sintió la sangre correr por su pecho, su estomago y sus piernas.
-No te preocupes, Benedict, no morirás desangrado. Pero me temo que las heridas jamás desaparecerán de tu pecho, pues están malditas. Lo siento -dijo el mago oscuro, con el mismo tono frío y desapasionado en que muchos años más tarde se disculparía por matar a otro mago de la Casa de Slytherin. Apuntó con su varita a Benedict y dijo “Finite”, tras lo cual se fue por la chimenea dejando al muchacho a solas con los restos de su jefe.
El último pensamiento de Benedict Diggory antes de desmayarse fue desear que nunca recuperase el conocimiento. Recién muchas horas después, cuando despertó en San Mungo, supo qué era lo que el mago oscuro le había escrito en su pecho.
“SOY LORD VOLDEMORT”